jueves, 4 de febrero de 2021

Red dead Redemption 2

El icónico Arthur Morgan.

Ante mí tengo el papelón de escribir sobre uno de los videojuegos más famosos de la última generación, juego que además es el "culpable" de que me comprara la Xbox One, y sobre el que se ha escrito y hablado tanto que es difícil decir algo que no se haya dicho ya.

Pero resulta que ayer, por fin, me lo terminé, y sería injusto no dedicarle unas palabras, pues ha sido un juego que me ha dado (y sin duda todavía me dará) muchísimas horas de diversión, ya que entre sus muchas virtudes está la de que es largo, muy largo, y con infinidad de cosas por hacer.

Sobran las presentaciones, pero la forma obvia de describirlo es que es como el GTA pero en el Oeste, lo que ya pasaba en el Red Dead Redemption, del que este no es continuación, sino secuela, y a una historia profunda, llena de personajes, que reúne todas las convenciones del género (solo le faltaba el logo de ETB2 para ser del todo un western) hay que unir la enorme cantidad de misiones secundarias y un mapa variado y gigantesco, lleno de vida, en el que podemos tirarnos horas y horas haciendo el cabra.

Las expectativas estaban muy altas (lo de que compré la consola para poder jugarlo no es ninguna baladronada) y aún así ha conseguido no decepcionarme ni un poquito, y las sorpresas que me he llevado ha sido para bien, siendo una de las más importantes que el "epílogo" durara casi tanto como el propio juego.

La pena es que como Rockstar ha decidido apostar demasiado por el modo de juego online (cosa que me interesa menos que un pimiento), no podremos ver DLC maravillosos como aquel Undead Nightmare que tanto me fascinó, llenando de zombis en Oeste americano del RDR.

Pero aunque terminé la historia princial, aún tengo muchas praderas por recorrer, animales que cazar, peleas de taberna que provocar, caballos que robar y masacres indiscriminadas que cometer. 

No hay comentarios: