Elegí los Ciervos Dorados.
Fire Emblem es una saga con bastante tradición dentro del género de los RPG tácticos por turnos (donde encajarían juegos como X-Com o The Banner Saga) y una franquicia ya clásica en Nintendo a la que no me había acercado aún, hasta que tuve la Nintendo Switch y probé con este.
Lo que me he encontrado se parece bastante a lo que esperaba encontrarme: un juego con muchas batallas por turnos, en las que ir ganando experiencia y mejorando los personajes. Cuenta con una historia muy épica, con un trasfondo muy de Harry Potter, pues nos pone en la piel de un profesor de una academia militar en la que los alumnos se dividen por casas, y a lo largo de las 40 horas que dura más o menos el juego principal, nos va contando la historia del mundo, de las casas, de los personajes y de las relaciones entre ellos, elemento este último muy importante, pues tiene efectos mecánicos en las batallas.
Tiene además una historia que no solo es bastante variable (que se nos mueran o no personajes por el camino no sigue, aunque hay excepciones, una línea prefijada, sino que dependerá de las decisiones que tomemos y de lo hábiles que seamos en batalla), sino que tiene varias vías, ya que dependiendo de la casa que elijamos al principio seguirá una ruta u otra. Esto hace que haya juego para rato si alguien quiere exprimirlo al 100%.
La secuencia del juego en sí se divide básicamente en la vida en el monasterio donde se forman los personajes, que tiene mucho de ir de un lado a otro, haciendo recados y hablando con todo el mundo, y donde también hay minijuegos (como la pesca o los torneos de lucha) y la batalla en sí, que es la parte con más miga y donde realmente pasaremos más rato.
El sistema de batalla es el típico de mueve un personaje, actúa con él (generalmente pegar o usar magia), mueve otro personaje... y cuando muevas todos, es el turno del malo. Aquí hay que tener en cuenta dos cosas importantes. Una es que los enemigos devuelven el golpe, e ir a lo loco es una forma muy eficaz de coleccionar bajas propias, y la otra que las armas se van desgastando, y si no nos molestamos en repararlas entre batallas, nos podemos quedar indefensos en mitad de una.
Por lo demás, un divertido juego de batallas, con mucho personaje, mucho salseo de culebrón y muchas opciones de optimizarlos con mejores armas y experiencia.
En cuestiones técnicas, bien de gráficos (con cinemáticas que son puro anime), bien de música y lo bastante intuitivo como para poderse lanzar a jugar sin estudiar 15 páginas de tutoriales.
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