¿Brutos y listos?
Una de las grandes favoritas a los Oscars de este año y que algunos críticos ponen como si fuera el nuevo clásico del cine. Lo que más destaco de ella es que es larga... MUY larga: más de tres horas y media, con una pausa programada de 15 minutos. Un planchaculos en toda regla.
En su beneficio hay que decir que para durar tanto no se hace exageradamente pesada (se hace pesada, por supuesto, pero es que se acerca a las 4 horas en el cine) y que técnicamente se ve que está bien hecha, con buena fotografía, buen sonido, buenas actuaciones (espectacular Guy Pearce) pero la película en su conjunto a mí no me terminó de funcionar. Tal vez porque no es lo que esperaba ver (imaginé algo más del estilo "ver la historia del crecimiento de las grandes ciudades a través de los ojos de su protagonista") o sencillamente que no conecté con lo que me estaba contando.
Es la biopic ficticia de Laszlo Toth, un arquitecto húngaro judío que se afinca en Estados Unidos al terminar la segunda guerra mundial y recibe el ambicioso encargo de un muchimillonario para hacer un edificio colosal. Pasan muchas más cosas, por supuesto, pero esa es un poco la sinopsis.
No me funciona porque me daba la sensación de que es una de esas películas en las que pasan muchas cosas pero no termina de haber un hilo conductor claro y a veces quiere abarcar tanto que se atropella a sí misma y así como hay ratos en los que se toma su tiempo, sucesos que se suponen clave pasan casi desapercibidos, como si no hubieran sobrevivido a la tijera del montaje. Tampoco ayudan la pausa de 15 minutos que hay a mitad de la película (a mí personalmente me cortó todo el rollo y solo me sirvió para perder el hilo y por consiguiente parte del interés) ni el epílogo, que por momentos me parecía un poco presentación de Power Point, la verdad.
No puedo decir que sea mala y tampoco que me haya arrepentido de verla, pero desde luego que para mí no va a ser ni siquiera una de las películas del año.
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