¡Nos han robao!
Ayer por la mañana cuando llegué al trabajo me encontré con el barullo de operarios moviendo cajas de un lado para otro y las mesas desmontadas, lo que nos tuvo parte de la mañana sin poder hacer gran cosa, más allá de atender el teléfono un poco de mala manera, pero a medida que las iban poniendo ya nos íbamos recolocando.
Los nuevos puestos.
A media mañana ya estaba todo montado, por lo que pudimos proceder a recolocar todo, aposentarnos en las nuevas mesas y naturalmente quejarnos de que es todo peor. Y es que lo son, pues las anteriores mesas eran más espaciosas y por forma se ajustaban mejor a la disposición de la oficina (ay, esas columnas...). Pero era un cambio que venía decidido arriba, así que ahí poco podemos hacer. Adaptarnos al nuevo mobiliario.
Lo que sí me costó fue localizar después mi silla, que con tanto trajín nos las desordenaron todas. Y estar cómodo con la silla de trabajo es muy importante.
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