Inclasificable.
A pesar de estar tan nominada a los Oscar esta película no me llamaba nada, me daba pereza. Pero más pereza me daba la campaña de odio y descrédito que los de siempre lanzaron en redes, lo que hizo que me entraran ganas de verla.
Y no me arrepiento, ya que si bien es una propuesta muy marciana que a muchos habrá horrorizado (y lo entiendo) a mí me ha gustado este cocktail que mezcla musical, drama, crítica social y cine de gangsters, sin renunciar a su toque de psicodelia.
Esto va de Rita, una abogada de poca monta, talentosa pero condenada a un eterno segundo plano que recibe la oferta del peligroso traficante Manitas del Monte. Manitas es en realidad una mujer trans, que necesita la ayuda de Rita para completar su transición, tanto fisiológica como legal y sobre todo moral, ya que quiere reinventarse de manera completa y quiere que Emilia Pérez sea una persona completamente distinta, que de alguna manera repare todo el mal que ha causado. Pero sin decirle nada de esto a su mujer Jessi, a quien directamente hace creer que ha muerto.
Todo esto con escenas en las que, como en todo musical, a veces se montan números musicales casi sin venir a cuento, pero que a mí se me hacían tremendamente entretenidos. De hecho echaba en falta alguno más en la segunda mitad de la película, en la que la cosa se vuelve más convencional.
Entiendo que no es un café para todos los públicos, pero a mí me ha gustado. Excepción hecha, claro está, de Selena Gómez hablando español, que no es su primer idioma y se nota, pues cada vez que abría la boca me producía un esguince de tímpano. Pero se compensa con que Zoe Saldaña se sale y se come la pantalla.
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