Ahora podría llamarse Groot.
Aquella pequeña plantita de albahaca que me regalaron en junio ha crecido, y ahora luce como se ve en la foto, ya florecida. Lo mejor es que esto ha sido sin esfuerzo por mi parte, pues más allá de tenerla al sol y acordarme de regarla de vez en cuándo, no he tenido que hacer nada. Ya le quedará poco tiempo, pues el verano se está acabando, pero ha podido darme hojas lustrosas y aromáticas, algunas de las cuáles he llegado a usar para cocinar. No mucho, pero un poco.
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