Desde el mirador.
Había dejado un par de pinceladas del viaje a Amsterdam, pero entre el cansancio, el netbook cutre y que turisteando uno prefiere dedicar el tiempo a otras cosas, realmente no había contado gran cosa, por lo que ahora entraré en un poco más de detalle. Las partes que se pueden contar, claro.
Entre ellas el horrible madrugón del viernes para coger el avión, que salía a las 7:30 de Bilbao, lo que tenía de bueno que llegábamos a una hora muy razonable, y antes de las 11 ya estábamos en el apartamento que habíamos cogido con Airbnb, donde tuvimos mucha suerte, ya que el anfitrión era majísimo y la casa estaba muy bien, con una ubicación muy buena, céntrica a la vez que tranquila (pero con unas escaleras empinadísimas, algo común en esta ciudad).
Ya en ruta, vamos hacia el centro, comemos algo y nos vamos a una de las mejores actividades: la visita guiada gratuita de Sandemans, en castellano y con un guía maravilloso que nos enseña la ciudad y consigue que 3 horas se pasen realmente rápido, con momentos de mucha risa.
Al acabar el circuito hacemos otra ruta, pero esta vez en barco y por los canales, conducidos por el amable capitán, que no es que fuera especialmente amable (saludaba correctamente al entrar y ya), pero nos hacía gracia que la audioguía estuviera todo el rato con el amable capitán esto, el amable capitán lo otro. De ahí, algo de cena y a casa, que haber madrugado cansa.
El sábado, tras una visita guiada por la ciudad que nos hace nuestro anfitrión, lo dedicamos en gran parte a una excursión por Volendam y Marken, pueblos cercanos a Amsterdam, conectados entre sí por ferry y a los que accedemos en autobús, aunque nos costó un poco enterarnos de dónde y cómo cogerlo.
En Volendam vemos primero el museo (que era gratis y tenía un baño, que en ese momento nos hacía falta) y paseamos por la zona del puerto, donde aprovechamos para comer en un chiringuito de fish&chips. Sobre esto, primero fuimos a uno que descubrimos con horror que era exageradamente más caro que los de al lado, pero por suerte un error del lector de tarjetas nos permite cancelar el pedido y salir huyendo a otro más barato. Tras comer, damos el salto al otro lado para visitar el idílico Marken, con sus bichos y sus prados.
Habitante de Marken.
Ya de vuelta a Amsterdam, tras una feroz lucha por tener asientos en el autobús, optamos por pasear por el bucólico barrio de Jordaan, hasta acabar en una zona no tan bucólica, donde en cansancio nos anima a volver al centro en tranvía. Acabamos comiendo en un Steakhouse, donde me sirven la peor ración de pollo que he comido en la vida, una ración que al principio parece sashimi de pollo, por lo crudo, y que cuando pido que me hagan algo más se convierte en carbonilla polluna. Y por primera vez en la vida, dejo comida en el plato.
Antes de ir a dormir, damos un paseo por el Barrio Rojo, para ver el ambiente nocturno, aunque siendo sábado está lógicamente saturado, lo que recomienda una valiente huída, y aprovechamos para hacer unas fotos nocturnas por la parte tranquila de los canales antes de ir a dormir.
Y para que la entrada no sea demasiado larga, aquí lo aparco por hoy.
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