lunes, 8 de octubre de 2018

Ola de crímenes

Cuando haces "pop" ya no hay stop.

Esta película me resultaba a ratos desconcertante que al estar ubicada en Bilbao la ficción baila sobre la realidad y nos descoloca el mapa, y rechina sobremanera que alguien se suba a un taxi en Neguri y diga "al centro" para ir a Bilbao. Pero no vamos a hilar tan fino.

Lo que sí es reseñable, a modo de anécdota, es que yo he subido en el taxi que "protagoniza" la película, el que conduce Raúl Arévalo. ¿Y cómo estoy tan seguro? La explicación es que conozco a Álvaro, propietario de dicho taxi, que es de hecho quien me habló de la película, y alguna vez he montado ahí.

Pero ahora vamos a la película, que nos cuenta una historia que empieza con una fuerte discusión que provoca la muerte de Cosme, un empresario corrupto, y cuando aparece el cadáver y la Ertzaintza empieza a investigar, se cruzan tramas que quieren saber la verdad con tramas que quieren que no se sepa y tramas que quieren que la verdad sea otra más conveniente. Así hasta que se va embrollando todo en una vorágine de cadáveres por el camino.

Entretenimiento gracioso, no pasa de ahí. Pero para pasar la tarde, y no esperaba otra cosa de ella, es una alternativa simpática si se está dispuesto a pasar por alto que tiene algunos momentos un poco cutres, aunque el reparto es de verdadero lujo, con Maribel Verdú, Juana Acosta, Javier Cámara (haciendo otra vez de cura, como en "¡Ay señor, señor!"), Antonio Resines, Luis Tosar o Raúl Arévalo entre otros, cualquiera de los cuales habría sido un poderoso aliciente para acercarse al cine a ver la película.

Lo dicho, no es magistral pero entretiene. Y sale Bilbao, eso siempre es un plus.

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