jueves, 25 de octubre de 2018

Ray Donovan

Liev Schreiber y su cara multiusos: es la misma en todos sus registros.

Pocas veces suelo dejar una serie a medias, pero llega un momento en el que te das cuenta de que no te interesa lo que te están contando, y como no te interesa desconectas. Entonces, como desconectas pierdes el hilo, y como pierdes el hilo... así hasta que termina el capítulo y lo último que te apetece es poner otro, y solo retomas la serie cuando te acuerdas de que la estás siguiendo, casi por obligación y por verla entera. Es entonces cuando te das cuenta, tras temporada y media, que ya ha tenido suficientes oportunidades y la cosa no va a mejorar.

Esto es lo que me ha pasado con Ray Donovan, la historia y los dramas familiares de un "arreglador" de Los Angeles que se dedica a dirigir un equipo que hace trabajos "oscuros" para ricachones, donde lo mismo espanta a un acosador que ayuda a cobrar una deuda o te negocia una baja con Movistar. Un equipo en el que todos son fuertes y listos, y todo lo hacen bien, y donde por supuesto Ray es el tío que da hostias como panes y se folla todo lo que se le pone por delante (como el Lucas Hood de Banshee, pero en aburrido). 

Pero como no todo va a ser un camino de rosas para Ray, sufre los problemas de su familia desestructurada en su mansión de Hollywood, con un hermano con parkinson, otro traumatizado por haber sufrido abusos sexuales y otro que les acaba de llegar, pues su padre (John Voigt, de lo poco salvable de la serie) es un pieza, un vividor, un liante y un ex-canalla que acaba de salir de la cárcel. Todo siempre muy sombrío e intensito.

Hay quien compara esta serie con los Soprano, y es una comparación bastante acertada, al menos tan acertada como comparar el jamón de bellota con el chopped caducado, aunque sí puede recordar un poco a Bosch, en cuanto a su atmósfera tan del Los Angeles de los ricos, pero con bastante menos gracia. 

Mucho me temo, he de decir, que la clave es que no soporto al protagonista. Y eso en una serie que tiene su título por nombre, mal asunto. Y me sabe mal, ya que es una serie que estuvo mucho tiempo en mi lista de series para visionar.

Pero como decía al principio, si después de temporada y media no me engancha, dudo que merezca la pena seguirlo intentando. Hay cosas mejores a las que dedicar el tiempo.

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