Y el personaje más importante, que es la propia Málaga.
No empezó con muy buen pie esta serie, con aquella nefasta idea de estrenarse con un doble capítulo que terminaba casi a la 1 de la madrugada de un lunes. De hecho, eso podía haber hecho que no la siguiera viendo, pero me animé a ver el segundo capítulo en Internet y seguí con ella, cosa de la que me alegro.
Terminada esta temporada de Malaka (diría primera, pero no sé si tendrá continuidad), puedo decir que es una buena serie (y otro motivo para ser fan de Javier Olivares). La definición facilona, aunque no muy desacertada, es decir que es la True Detective española, y es que tiene muchos elementos de aquella serie y que aquí funcionan muy bien.
Fantásticamente ambientada en Málaga (si me he de fiar de lo que leo, han cuidado mucho el habla local y los actores son malagueños), nos plantea varios frentes; un asesinato, una nueva droga que aparece en la ciudad y los propios conflictos personales de los protagonistas, cuyas vidas están llenas de fantasmas.
Para desarrollar esas tramas, Malaka nos crea todo un ecosistema mostrando la cara oscura de la ciudad, con las bandas criminales (tanto de navaja y gorrilla como de traje y corbata) y va tejiendo una red que atrapa al espectador, dejando caer las pistas de lo que está pasando en realidad, hasta llegar a un final bastante acertado y un genial capítulo 7, el anteúltimo, que me pareció el mejor tanto en concepto como en ejecución.
Las actuaciones, muy naturales, consiguen terminar de completar esa atmósfera, y ahí hay que destacar a Salva Reina, muy alejado de sus habituales papeles cómicos, Vicente Romero, que crea un detective Romero tan genial como sorprendente o Laura Baena, con la imponente "Tota".
Una serie de calidad, y de las pocas que tiene el mérito de haber conseguido que yo me ponga delante de la tele a una hora concreta para ver algo cuando lo emiten. Espero que haya segunda temporada, que si atinan bien puede funcionar.
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