miércoles, 16 de octubre de 2019

Una de chinches (continuación)

La zona rodeada de brillo es barniz comido.

Había empezado a contar por aquí mi nada divertida odisea con los chinches, que por suerte se solucionó. Y se solucionó gracias a que contraté a una empresa de desinfecciones, pero eso también tuvo su lado malo.

La primera vez que hablé con ellos fue cuando recibí la visita de la empleada a quien expuse el problema y me explicó el procedimiento (gasearlos como si no hubiera mañana, varias veces) y los precios. Firmé, porque en ese momento habría firmado hasta la entrega de mi primogénito nonato a Amazon, y concerté la primera visita. 

Moví los muebles y busqué alojamiento en el exilio para el día del gaseo, pues había que pasar 24 horas fuera de casa para evitar morir envenenado.

Vinieron, fumigaron y cuando volví, pensando que la pesadilla había terminado, volví a ver uno de esos incómodos visitantes. Sudores fríos, cabreo (dentro de que sabía, pues me habían advertido de ello, que podía pasar) y vuelta a llamar. "Oigan, que sigue habiendo chinches".

Volvieron a fumigar, con otra noche fuera y resto del ritual. Y cuando volví, me encontré con unas manchas indelebles en el parquet... y que seguía habiendo chinches. Llamé otra vez, para dar parte del suelo... y de los chinches. 

Mandaron un operario supuestamente a arreglar, pero lo único que dejó fue una nota diciendo que no había podido arreglarlo. La fiesta viene cuando (por Whatsapp, tóquese usted los pies) me intentaron reclamar el pago de sus servicios. Antes de haberme solucionado el problema. 

No lo cuento, lo muestro.


Primer acercamiento. Con una "exquisita" ortografía (¿mayúsculas y tildes para qué?), e ignorando mi "hola, sigue habiendo chinches y además me habéis jodido el suelo" me piden que les pague un trabajo aún sin realizar.


Aquí obvia el problema principal, me explica lo que ya sé y pasa a la bordería condescendiente.


Tras mi respuesta puede verse que hay un lapso de tres meses. Lo que sucedió fue que vinieron una tercera vez, y aunque parece que terminaron de matar los chinches (aún me pareció ver alguno moribundo, pero creo que eso fue producto de mi paranoia), también terminaron de matar el suelo. Les llamé de inmediato y lo único que supe es que mandaron a un operario, que se limitó a mirar el suelo y decir que estaba el barniz quemado.

De la empresa nunca más se supo, hasta que meses después y haciendo la mejor performance que he visto jamás de persona sueca, me escriben en esos términos para pedir dinero.


Y, como se ve, un par de meses después, como quien no quiere la cosa, volvieron a escribir exactamente el mismo mensaje y por el mismo medio, quedándose ahí la conversación tras mi respuesta. Desconozco si volvieron a insistir por Whatsapp porque bloqueé el número. No me parecía nada serio.

Volvieron a la carga algún tiempo después, por correo (pero ordinario, que certificado cuesta dinero), instándome a que pagara, bajo amenaza de llevarme a la vía judicial. Estupendo, yo encantado. Si hubieran interpuesto esa demanda que, oh sorpresa, jamás llegaron a interponer (supongo que no sabían dónde vivía, o algo) les habría aportado la factura del suelo en una bonita reconvención (el "y y tú más" del Derecho Procesal) y a ver quién reía más.

Pero eso no sucedió, no volví a saber nada más de ellos y al final, pues con el dinero que me ahorré de la desinfección arreglé el suelo y aquí paz y después gloria.

No hay comentarios: