17 meses y 9 días desde la última vez que me llevé una alegría en Miribilla.
Sí, por fin he podido ver ganar un partido al Bilbao Basket, lo que rompe con la racha de derrotas en liga (llevaba 0-5) y la racha más larga de no verles ganar en directo. Pero eso no ha sido lo único del fin de semana, así que seré, como siempre, cronológico.
El viernes poco reseñable, con gimnasio (donde aprovecho para empezar la tercera temporada de You) y luego a la lonja, donde jugamos una partida al Clank! (pierdo miserablemente) y luego vamos al parque a bebernos unas cocacolas.
El sábado por la mañana gimnasio, aunque no tardaría en recuperar las calorías quemadas, pues para comer me habían invitado unos amigos a su casa y por la noche tenía cena. Así que sospecho que el balance calórico me sale positivo.
Domingo, llega la cita marcada en rojo en el calendario, pues perder el partido de hoy habría sido ya desastroso. Y madre del amor hermoso, menudo sufrimiento. A punto he estado de pedir que me dieran la epidural, pues un partido que ha sido apretado todo el rato ha tenido un momento en el que el equipo visitante, el Fuenlabrada, se ha puesto 13 puntos arriba a falta de 8 minutos. Todo parecía muy negro, pero con la inestimable colaboración de los rivales se ha podido voltear el partido y, con un final muy emocionante, ganar. Saboreemos el momento, que este año me temo que va a haber pocos días así en Miribilla.
Y ya para cerrar, por la tarde cine, a ver la segunda de Venom y un paseo para volver a casa (que era en Megapark, y aunque nada me impedía coger el autobús, he cogido la costumbre de volver a pie).
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