Al cartel le faltaba tener fondo amarillo para ser más genérico.
La película parte de una premisa que no tiene demasiado sentido: para evitar irse a la cárcel y tapar un fraude, una empresa de alto standing tiene que trasladar todas sus dependencias y empleados a un barrio de mala muerte. Eso sirve de excusa para explorar de nuevo el tropo de "rico obligado a vivir entre pobres" y todos los topicazos asociados.
No puedo decir que sea buena, ya que el argumento tiene demasiadas cosas que no hay por dónde cogerlas, pero tampoco puedo decir que esperara otra cosa de ella. Lo que le pedía era ser entretenida y buenrollista, cosa que si uno consigue abstraerse de la suspensión de la incredulidad, sí se consigue. Casi nada tiene sentido en su historia ni en sus personajes, pero se puede disfrutar de ella si se deja eso al margen.
No será la película del año, pero cumple para cubrir una tarde tontorrona.
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