jueves, 12 de diciembre de 2024

Crónicas Rolea (I)

Defendiendo El último bastión.

Con unos días de retraso, toca hablar de cómo se desarrollaron las jornadas y nos vamos al JUEVES por la tarde, donde dirijo otro pase (ya van unos cuántos) de 7 años y un día, con la peculiaridad de que en él participaba un amigo que había hecho en su día otro vivo, con un planteamiento totalmente distinto, La negociación, una partida basada en la misma fuente.

Por la noche volvía al teatro Femyna de Varsovia, donde dirigía otro pase de El amor encuentra su sitio. Si he de ser sincero, me sigo quedando con el que hice en TdN (este estuvo bien, aquel fue sencillamente perfecto), pero este nos ofreció momentos de auténtica fantasía, como este:

Mireia Lucas y Willy Etxebarria.

Como no podía ser de otra manera, al terminar la partida tocaba la fiesta en el Pepe John´s, si bien ese día me voy "pronto" a la cama (a las 5 de la mañana).

VIERNES

Por la mañana nos vamos a una base en la Antártida en la partida de rol en vivo Lago Vostok, siendo mi función la de sabotear una estación científica, que siendo sinceros ya se saboteaba sola.

Por la tarde iba a jugar una partida, pero cedo mi plaza para quedarme de charleta y sesteando, pues a la noche venía el plato gordo de las jornadas, El último bastión, un exquisito dramón ambientado en la caída de Corbuba, último bastión de la República de Roma ante el auge de Julio César. En ella soy el sufrido Marco Aurelio, gobernador de la ciudad, y sorprendo a algunos que solo conocían mi faceta más cómica, llevando un personaje dramático.

La partida genial, pero acaba tan tarde que acabamos saliendo de fiesta a las 6 de la mañana (sí, dije saliendo y no volviendo). Allí sufro la anécdota que a toro pasado es graciosa pero en el momento me cagué en lo más barrido, pues al ir a recoger mi anorak veo que este no está y todo indica que me lo han robado. Tras buscar en cada rincón del bar y vociferar todo el repertorio de palabras malsonantes, cabreado y resignado vuelvo hacia el Ceulaj, con mi toga de romano y bajo el frío, y a la altura de la churrería me encuentro al amigo Willy que venía corriendo hacia mí con mi anorak, que se la habían dado a él por error.

Continuaremos con el sábado y el domingo en posteriores entradas.

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