El enigmático conde Orlok.
Toca empezar diciendo que esta película es un remake de Nosferatu de 1922, pero que como no la he visto tengo que juzgarla como película autónoma, sin meterme en parecidos o diferencias con la "original".Y lo entrecomillo porque aquella película en su momento no fue sino un Drácula de Mercadona.
La historia es que un abogado alemán se va a Bohemia, a visitar a un antiguo conde que quiere comprar una mansión abandonada en Alemania y su motivo es que este conde, que en realidad es un vampiro, está obsesionado con la esposa del abogado. Por eso lo atrae a su castillo, le hace toda serie de perrerías y luego se va en un barco a ver a la esposa, barco en el que la tripulación sufre todo tipo de penalidades. Vamos, que cambiando nombres era la misma historia que Dracula e incluso llegó a haber demandas por plagio en su día. Todo esto no es nuevo, pero yo lo descubrí ayer, ¿vale?
Pero ahora vamos a esta versión de 2024, en la que la historia es esa que he contado, si bien esto es una película de Robert Eggers. Aquí lo que importa no es lo que nos cuenta sino cómo nos lo cuenta. Para ello nos genera una atmósfera de horror gótico que es pura magia visual y viene acompañada de grandes actuaciones, destacando a Lily-Rose Depp y el de siempre, Willem Dafoe, así como un Billy Skarsgård, que se va especializando en hacer de villanos terribles.
Tras este análisis tan simple (la película da para más pero a estas horas me da pereza) tengo que reconocer que iba con mis reservas al cine, ya que temía encontrarme con un "me parece buena película pero no me ha gustado" y aunque tampoco voy a decir que me haya entusiasmado puedo decir que acerté con lo primero (me parece buena) y menos con lo segundo (sí me gustó).
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