El cartel con ese intencionado aspecto de cutreza de serie B es toda una declaración de intenciones sobre lo que nos vamos a encontrar aquí. Y no lo digo en el sentido despectivo de la película, todo lo contrario. Esta Anaconda es todo un ejercicio de metacine gamberro que nos ofrece una divertida película de aventuras y humor, que encuentra una curiosa manera de homenajear al ¿clásico? de Jennifer López.
Esto va de que un grupo de cineastas de medio pelo adquieren los derechos para rodar el reboot de Anaconda (sí, la de Jennifer López y la serpiente gigante de 1997), así que se van al Amazonas con cuatro perras y más ilusión que medios. Allí se encontrarán, entre muchos otros problemas, con una serpiente ridículamente descomunal que se los querrá papear y tendrán que lidiar contra ella y contra los problemas de la vida, pues en palabras del personaje de Steve Zahn, la serpiente solo es una metáfora.
Es verdad que a ratos tiene momentos muy tontos e incluso algún chiste de cacaculopedopís que se podrían haber ahorrado, y que se basa sobre todo en que te haga gracia su dueto protagonista, pero tiene a su favor que es una película que da lo que promete. Y eso es algo que yo valoro mucho.
Contento con ella y con cómo una película puede ser a la vez original y un refrito.
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