Comedia española de cartel amarillo: sabemos a lo que venimos.
Suelo decir mucho que me gustan las películas honestas, aunque sean cutres. Me gusta ir al cine con la idea de ver algo y que la película me lo de. Y aquí, viendo el cartel, uno no puede esperar otra cosa que una comedieta simpática con humor y vergüenza ajena a partes iguales, con personajes disfuncionales y un argumento que no se sostiene. Porque sí, la película no es buena y da para lo que da, quede claro. Pero enfadarse sería como soltar una tortuga por la ventana y quejarse de que no vuela, ¿no?
Aquí la premisa es que Denver monta una agencia que organiza coartadas para gente que quiere tapar sus infidelidades y por azares del destino inicia una relación con Noelia, una dura fiscal, cuyo padre es cliente de la agencia, así que la forma de resolverlo es ir tapando cada mentira con una más gorda, hasta que se termina volviendo todo insostenible. Una trama llena de casualidades sin sentido, personajes incapaces de actuar de una forma mínimamente lógica y ya tenemos el cocktail perfecto para estar un rato entretenidos y de vez en cuándo esbozar alguna sonrisa.
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