lunes, 1 de diciembre de 2025

Nuremberg

Colosal Russell Crowe.

La segunda guerra mundial es un tema muy expotado en el cine, pero puede que algo menos sean los juicios que se celebraron posteriormente a los perdedores del conflicto. En una guerra, ya se sabe, puedes hacer de todo menos perderla.

Y es que los juicios de Nuremberg son, desde el punto de vista jurídico, un debate apasionante. Es un hecho que se saltaban los principios más básicos del Derecho Penal (tipicidad, legalidad... esas cosillas) pero también es un hecho que tampoco se podía no hacer nada después de la que se había liado (aunque por desgracia no habría sido la primera vez ni la última). Y eso es algo que tocan, aunque menos de lo que me habría gustado, en la película.

Se centra, para sorpresa de nadie, en el punto de vista yanki (soviéticos, franceses y británicos estaban ahí de adorno, como bien nos ha enseñado Hollywood) y a ratos peca un poco de simplista, pasando muy de soslayo por apartados importantes. Es verdad que el foco está sobre las reuniones de Hermann Göring (un espectacular Russell Crowe, de largo lo mejor de la película) con su psiquiatra Douglas Kelley (al que da vida Rami Malek, para mi gusto un pelín sobreactuado), pero me sigue faltando que profundizaran más en eso. 

La película como tal es muy disfrutable y desde un punto de vista cinematográfico me encantó. Ahora, me quedo con la pena de que no siguieran más por la interesantísima vía que se abre al principio de la misma sobre el dilema que supone abrir la puerta a pasarse la legalidad internacional por el forro de los cojones y sus peligros. Lo del yankicentrismo, bueno, es que tampoco me esperaba otra cosa de una película de Hollywood.

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