2 cosas que corretean por las calles de Pamplona: toros y billetes.
Este fin de semana me ha tocado visitar Pamplona (y hasta aquí puedo leer) y obviamente no entraré en detalles, pero sí que me quedo con la parte anecdótica en que el viernes (después de ver a los frikis de Pamplona, a los que conozco de jornadas) y cuando me batía ya en retirada, veo en el suelo un indefenso billete de 5 euros. Empapado, aterido, indefenso... claro ejemplo de la irresponsabilidad de algunos, que los cogen cuando son brillantes moneditas de céntimo, y luego cuando crecen, zas, los abandonan.
Así que lo recogí, me lo llevé, y con todo el mimo del mundo lo sequé, le di cobijo con otros billetes, y cuando le encontré unos padres adoptivos, lo entregué en adopción.
Pero no acaba ahí la cosa, pues el sábado a la mañana, en cuanto salí a la calle me acordé de que tenía que devolver un paraguas que me habían prestado, y en cuanto me doy la vuelta, veo acechante un billete de 20 euros agazapado en el suelo. Parece hostil, pero mirándole a los ojos, y hablándole suavecito, consigo que no se escape, y lo cogo entre mis manos amorosas y le doy acomodo en mi cartera.
En serio, me parece muy seria la problemática de los billetes abandonados. Es cierto que cuando crecen se convierten en una carga, pero tirarlos al suelo solo es la solución fácil. Si tenéis un billete del que queráis desprenderos, dádmelo a mí, que lo adopto encantado.
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