Mismo glamour que Henry Cavill montando un PC.
Sin nada mejor que contar, diré que hoy a la salida del trabajo he pasado por casa de mi padre, ya que me ha pedido que le echara una mano, pues tenía que montar un armarito con espejo (el de la foto), pues es de estas cosas que uno solo es pesado, pero entre dos se hace en un periquete.
Así que ahí hemos ido, y nos hemos puesto en ello. Es curioso, porque así como para otras cosas es literalmente lo contrario, yo en estas cosas suelo ser metódico, seguir las instrucciones a rajatabla, mientras que mi padre iba hacia delante de modo caótico. Eso, pese a que las instrucciones se saltaban algún paso (siempre se dejan ese paso, lo que obliga a dar un salto de fe), hemos podido montar el mueble, con razonables garantías de que no se va a venir abajo en cuanto la perra cargue contra él (cosa que, conociendo a la perra, ya habrá pasado).
Trabajo hecho, y la verdad es que lo de montar muebles es una de las chapuzas domésticas que más me suelen gustar.
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