lunes, 1 de abril de 2024

Omicrónica 2024

Así posábamos para el Deia.

Ya descansado, toca hacer la crónica de las #omicron2024, que esta vez no empiezan con el montaje (hasta bien tarde no pude llegar a Zalla) sino el jueves por la mañana, que tengo el turno inaugural. Dar de alta gente en el sistema, prestar juegos y sobre todo ver muchas caras conocidas.

Finalizado el turno, nos vamos a comer y vuelvo al recinto, donde me tocaba dirigir la partida de rol en vivo Padre de familia, pero por falta de gente no sale, de modo que me dedico a jugar a The Island y Las ruinas perdidas de Arnak, así como a ser entrevistado por el Deia (como representante de Abaco, se entiende). Por la noche, después de cenar, jugamos una larga partida a Blood on the clok tower, que fue sin duda una de las sensaciones de las jornadas. Y al terminar, como estaba reventado, me fui a la cama.

El viernes, ya más descansado, pruebo Steam Up (el juego sin más, pero los componentes monísimos)  y Mycelia (también muy bonito, y además buen juego) y otra visita a las Ruinas de Arnak. Después de comer, una rápida partida a Inhuman Conditions (literalmente cinco minutos, simulando un test de Voigt-Kampf) y dirijo una nueva y desternillante partida de Pasión de las pasiones. Luego una de Splendor y cerramos la noche con dos partidas seguidas de Blood on the clocktower.

El sábado por la mañana me apunto al evento de Marvel Champions, pero tengo que abandonar la partida para atender a los periodistas de la ETB que venían a hacer un reportaje (en Teleberri y Gaur Egun, nada menos) y antes de comer, un Star Wars Rebellion, con épica victoria rebelde. Por la tarde, los aliados ganamos la segunda guerra mundial en Quartermaster General, luego consigo sendos segundos puestos en Keyflower y Escuela de pingüinos, pruebo el Strike y ceno antes de salir de fiesta hasta las 6 (que serían las 5, pero nos pilló el cambio de hora).  

El domingo día duro, pues a la resaca había que sumar el desmontaje (que aun suendo más llevadero que otros años, sigue siendo una paliza) y las despedidas. Para terminar, una vez devuelto todo el material a Bilbao, y aunque siendo menos gente que otros años, cerramos con la tradicional ingesta de pizza postomicron. Y a descansar.

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