Otra boda, tercera del año, aunque esta por compromiso familiar, de mi prima Olatz, aunque fui libre de coacciones, ejem, atjo, tos, a la ceremonia, que se celebraba en Bergara, con posterior cena en Zumarraga (también Gipuzkoa).
Debo confesar que, siendo como era una boda por compromiso, no tenía muchas ganas de ir, pero había alguien que tenía todavía menos ganas d ir que yo, y ese alguien era mi coche, que tuvo a bien bloquear el antirrobo antes de que yo pudiera entrar, y teniendo en cuenta el sitio donde iba a ser la boda, y luego la cena, hacía aconsejable contar con algún medio de locomoción. Pensé en alquilar un coche, pero al ser sábado a las 4 de la tarde estaba todo cerrado. Y como no me apetecía ir a Bergara andando, tuve que tirar de contactos, hasta que al final logré que mi amigo Pablo me prestara el suyo.
El resto, pues sin más, viaje hasta Bergara, boda relámpago (era por lo civil), de la que destaco la versión que cantó el coro de "What a wonderful world", francamente bonita, y luego ya al hotel de la cena, con mi primo haciendo de GPS, en unos andurriales con más curvas que una chica Playboy.
La cena, como suele ser en las bodas, pantagruélica, y como muestra me limitaré a decir que no me pude terminar el solomillo. Pero como anécdota graciosa destaca la capacidad de preguntar obviedades que demostró una de las camareras, pues resulta que uno de los platos era merluza, y como justo se terminó la bandeja, a mí no me dio, y ahí me quedé abandonado y taciturno, con mi plato vacío, hasta que otra de las camareras se apiadó de mí y me sirvió una ración. Más tarde, la primera camarera, al ver pescado en mi plato tiene a bien preguntarme "¿te ha puesto pescado la otra camaera?", y mi respuesta no pudo ser otra que "no, es que he ido un momento a Noruega, he pescado yo uno, luego me he colado en la cocina y lo he preparado. ¿A que me ha quedado majo?"
La cena muy rica, pero con el handicap de no poder beber (es lo que tiene el coche) así que prontito, en cuanto empezaron los bailes, opté por una honrosa retirada, ya que además era una boda en la que no conocía al 90% de los asistentes.
El regreso a Bilbao, pese a ser de noche, en una carretera que no conocía, y un coche que no era el mío, transcurrió sin incidentes, y fui capaz de llegar sin perderme. Todo un logro.
Debo confesar que, siendo como era una boda por compromiso, no tenía muchas ganas de ir, pero había alguien que tenía todavía menos ganas d ir que yo, y ese alguien era mi coche, que tuvo a bien bloquear el antirrobo antes de que yo pudiera entrar, y teniendo en cuenta el sitio donde iba a ser la boda, y luego la cena, hacía aconsejable contar con algún medio de locomoción. Pensé en alquilar un coche, pero al ser sábado a las 4 de la tarde estaba todo cerrado. Y como no me apetecía ir a Bergara andando, tuve que tirar de contactos, hasta que al final logré que mi amigo Pablo me prestara el suyo.
El resto, pues sin más, viaje hasta Bergara, boda relámpago (era por lo civil), de la que destaco la versión que cantó el coro de "What a wonderful world", francamente bonita, y luego ya al hotel de la cena, con mi primo haciendo de GPS, en unos andurriales con más curvas que una chica Playboy.
La cena, como suele ser en las bodas, pantagruélica, y como muestra me limitaré a decir que no me pude terminar el solomillo. Pero como anécdota graciosa destaca la capacidad de preguntar obviedades que demostró una de las camareras, pues resulta que uno de los platos era merluza, y como justo se terminó la bandeja, a mí no me dio, y ahí me quedé abandonado y taciturno, con mi plato vacío, hasta que otra de las camareras se apiadó de mí y me sirvió una ración. Más tarde, la primera camarera, al ver pescado en mi plato tiene a bien preguntarme "¿te ha puesto pescado la otra camaera?", y mi respuesta no pudo ser otra que "no, es que he ido un momento a Noruega, he pescado yo uno, luego me he colado en la cocina y lo he preparado. ¿A que me ha quedado majo?"
La cena muy rica, pero con el handicap de no poder beber (es lo que tiene el coche) así que prontito, en cuanto empezaron los bailes, opté por una honrosa retirada, ya que además era una boda en la que no conocía al 90% de los asistentes.
El regreso a Bilbao, pese a ser de noche, en una carretera que no conocía, y un coche que no era el mío, transcurrió sin incidentes, y fui capaz de llegar sin perderme. Todo un logro.
2 comentarios:
Como supongo que la señora de la foto no puede ser una novia...te diré que tienes una mamá monísima ( aunque ya esté un poco harta de ser la mujer de tu vida.....búscate una....que abundan)
De Bergara a Bilbao sin perderse. Miguel de la Cuadra Salcedo es un mierdecilla a tu lado.
Publicar un comentario