sábado, 15 de mayo de 2021

El Señor de los Anillos: El retorno del Rey

Restauración monárquica en Gondor.

Casi 18 años después, ayer volví a ver el final de esta épica saga, una película que ponía fin a la historia del Anillo Único y se llevaba todos los Oscars de la saga, aunque igual es la que menos me gusta de las tres (pero más por mérito de las otras que por demérito de esta).

Sobra que me extienda en elogios hacia sus aspectos visuales, que son impecables y tampoco me puedo meter a valorarlo como adaptación, que confieso que no me he leído el libro (aunque estamos trabajando en ello y ya voy por la aldea de Bree), por lo que nuevamente toca moverme en el terreno de las sensaciones que ofrece volver a verla tanto tiempo después y conociendo mejor la historia, y del lanzamiento de reflexiones al aire.

Debo decir que, para lo desastre que soy para estas cosas, me acordaba de la película mejor de lo que pensaba, habiéndola visto solo dos veces (una cuando se estrenó en el cine y otra en DVD cuando salió la edición extendida), pero había escenas que siendo de la mencionada versión extendida estaba convencido de que eran de esta, como la de la Boca de Sauron, por ejemplo.

Otra cosa que recordaba de la película es que cuando la vi me quedé con la cosa de "si no llegan a tirar el anillo al volcán, Aragonr, Gandalf, Gimli y Legolas se habrían acabado abriendo paso hasta Mordor a mamporros y habrían derribado la torre, pues así de invencibles y superheróicos nos los han mostrado", y ahora, entendiendo mejor el sentido de la escena, sí pude entrar al juego que propone de creerme que habrían caído en ese último esfuerzo.

Por lo demás, volverme a emocionar con el valor y la voluntad de hierro de Sam, que es el verdadero héroe de la historia, la carga de los Rohirrim en los campos de Pelennor o el momento en el que Aragorn dice que él y no los hobbits, es quien debe inclinarse.

Y la críticas, las mismas que en su día; por una parte que tanto epílogo tras epílogo tras epílogo se hace un poco cansado y por la otra que tanta tijera se llevó por el camino escenas vitales y nos dejaba sin saber, por ejemplo, qué había pasado con Saruman.

Pero no dejan de ser pecados que se convierten en algo venial si los comparamos con la grandeza de la saga, y no llegan a estropear uno de los mayores hitos de la historia del cine de fantasía.

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