El señor que corre.
Parece que es el año de llevar a Stephen King al cine. Tras la casposa e irreverente The monkey, la deliciosa Vida de Chuck y la decepcionante Larga marcha llega este The running man, que ya fue llevada a la pantalla, de manera un poco sui generis en 1987 y estrenada en España como Perseguido.
Pero esta no es, aunque hace su correspondiente guiño un remake de aquella, sino que optan por una adaptación más fiel al libro, al menos en cuanto a la premisa. Aquí Ben Richards no es un convicto sino un hombre con apuros económicos que, para poder costear el tratamiento sanitario de su hija en un mundo ultraliberal, hasta extremos verhoevenianos (hay algo muy Robocop en todo esto) decide apuntarse a este antepasado de Los juegos del Calamar, donde tiene que sobrevivir durante un mes a toda la colección de mercenarios que le quieren limpiar el forro ante las cámaras. Con mucho de crítica al ultraliberalismo y la manipulación de los mass-media, también tiene para la banalización del sufrimiento ajeno en pos del beneficio.
La película tiene también el sello de su directos Edgar Wright, con humor y escenas de acción vertiginosas y música pegadiza, aunque también es verdad que algunas escenas de pelea son un tanto confusas y mentiría si dijera que es la película que más me ha gustado del director. Y ojo, que eso no quiere decir que no me haya gustado, solo que el listón aquí está muy alto.
Por cierto, era inevitable acordarme de la película Hitman con tanto Glen Powell disfrazándose.
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