jueves, 3 de enero de 2008

¿Es que en este país no se puede salir a la calle sin que le ofrezcan a uno trabajo?



La frase es de Wylon Smithers, lacayo del Sr. Burns, y la dice en un episodio en el que está paseando por la calle y le ofrecen cambiar de trabajo, una frase que siempre me ha hecho gracia y con la que ahora me siento identificado.

En una entrada anterior comentaba que "trabajo llama a trabajo", y parece ser cierto, ya que ahora que tengo un trabajo de lujo y razonablemente estable, y es cuando me puedo permitir el lujo de decir que no a las ofertas, es cuando llegan. Y es que llevo 2 ofertas de trabajo rechazadas en lo que va de año (y decir eso a 3 de enero tiene su gracia).

La primera llegó ayer, cuando me llamaron de la empresa en la que hice el año pasado el curso de la Renta, para ver si estaba interesado, a lo que obviamente respondí "no", y hoy ha llegado la otrora ansiada llamada del Ayuntamiento de Laudio (Llodio), que fue la primera oposición que me preparé.

De eso hace ya 2 años, cuando estaba en plena crisis vocacional como abogado, pero todavía dudando. Me apunté en aquella oposición (realmente una bolsa de trabajo) más por probar que por otra cosa, y el asunto es que la cosa fue lenta, muy lenta. Tanto que desde que se abrieron las inscripciones hasta que fue el primer examen, ya había pasado casi un año, cosa que me vino muy bien, ya que para cuando llegó el examen yo ya estaba metido de lleno en el tema de las oposiciones, apuntado a la academia y la abogacía estaba empezando a formar parte del pasado.

El primer examen fue de una dificultad moderada. Ni muy fácil ni muy puñetero, con preguntas que fallé por no haber estudiado lo suficiente, algunas que acerté pese a ser diabólicamente retorcidas y alguna que me sonó a chino, pero debido a mi propia estupidez, como más adelante explicaré.

El examen fue una buena piedra de toque, una primera toma de contacto con el mundo de las oposiciones, aunque mi nota fue francamente mediocre. Un 19,55 sobre 30, que no es por sí una mala nota, pero sí que es totalmente insuficiente cuando se aspira a algo decente.

El segundo examen, que no se demoró tanto como el primero, me dejó un excelente sabor de boca. Era un examen de Word, que supe solventar sin problemas, aunque con la pega de que demasiado fácil para mí y para todo el mundo, con lo que mi 10 no era sino uno más entre toda la avalancha de dieces y nueves que se cosechó.

El tercero (prueba de euskera) no tuve que hacerlo, ya que para algo tengo el certificado superior del idioma de los orcos, aunque sí que tenía que esperar, ya que para los exámenes de euskera se tomaron muuuuuucho tiempo, y la bolsa tardó en resolverse una barbaridad.

Resultado: Una bolsa en la que yo estaba el número 38. Un resultado digno, pero difícil que me llamaran pronto, ya que aunque razonablemente grande, no deja de ser un Ayuntamiento, y las necesidades de personal no son las que puedan tener una Diputación o una Administración Autonómica.

Pero al final acaban llamando, y hoy, 2 años y medio después de que yo entregase mi solicitud en la ventanilla del ayuntamiento de Llodio, he recibido la oferta de trabajo. Llega algo tarde, puesto que estoy muy a gusto donde estoy, pero sirve, sin duda, para sacar pecho y poder jactarme de que si no trabajo ahí es porque YO no quiero.

Ahora solo me queda una pregunta... ¿qué trabajo me ofrecerán mañana?

1 comentario:

ObiJuan dijo...

A mi me paso algo parecido.
Cuando llegué a Sevilla hace año y pico ya, no tenía internet. Y me vieron un par de dias seguidos por el ciber, claro...
Y como yo llevaba mis camisetas frikis favoritas (Mi ordenador es mejor que el tuyo, NO pienso arreglar tu ordenador, Solo hay 10 tipos de personas)... la dependienta me preguntó si me interesaría un curro allí, porque ella se iba y se quedaban sin nadie.
Obviamente dije que no, que tenia que estudiar...
Poco después, el ciber cerró... xD Pero para entonces yo ya tenia internete.