El verdadero villano era el estilista de Johnny Depp.
Secuela de la precuela de la saga de Harry Potter, esta película nos ahonda en el universo creado por J.K. Rowling y sigue con las andanzas del mago Newt Scamander, aquí enfrentado a otro gran villano, que es el malvado mago Gellert Grindelwald, al que interpreta un Johnny Depp que aquí tiene el detalle de no interpretar, como venía haciendo últimamente en todas sus películas, a Jack Sparrow con otro disfraz.
La película visualmente es espectacular, aunque a veces peque de ser tan oscura que cuesta enterarse de lo que está pasando, algo a lo que contribuye que parezca querer ser demasiado ambiciosa y contar tantas veces a la vez, que al final uno se pierde (fui al cine con sueño, confieso, y eso no ayuda en absoluto), y aunque alcanza un climax visual bastante vistoso, tiene algunos ratos muertos que no ayudan demasiado.
Sí que ofrece, algo que los muy fans de la saga agradecerán, la introducción de las versiones jóvenes de varios de los personajes de los libros, incluyendo por supuesto, aunque eso ya se sabía, al joven Albus Dumbledore (cuando era un señor elegante y no un anciano senil al que le da por vestirse de pitonisa Lola).
También ofrece, lo que no es ninguna sorpresa, un final abierto de par en par, allanando el terreno para la siguiente película de la saga.
Honestamente he de decir que no me entusiasmó demasiado (tampoco la anterior, a decir verdad), y que me costaba coger el hilo, pero en honor a la verdad reconozco que tampoco tenía yo el día. Lo que sí me da la sensación es que es una película hecha sobre todo para vender peluches. Y es que el topo era muy majo.
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