Al pobre Chris Hemsworth lo tenían todo el rato sin camiseta.
A finales de los años 60, el Royale es un pequeño pero acogedor hotel de carretera edificado literalmente en la frontera entre California y Nevada, que ofrece a sus clientes la experiencia de estar a la vez en dos estados, con las comodidades adecuadas a cada uno. Pero el Royale es también el punto en el que las historias de siete personas se cruzarán, hacia un camino sin retorno.
Un intento de hacer una película con sabor a Tarantino, pues utiliza muchos de sus elementos, como el estilo episódico, las escenas con diálogos que parece que no van a ninguna parte pero en el fondo son imprescindibles para pintar a los personajes, una excelente banda sonora, muy bien integrada en la historia además, y un resultado muy violento, con toques muy gamberros.
No llega, pero la verdad es que le agradece el intento, y aunque tiene algún momento en el que decae un poquito, en general logra transmitir lo que quiere, y nos cuenta una historia muy interesante, que se encarga de ir cerrando con solvencia los frentes que abre y responde a todas las preguntas que nos plantea sobre este hotel.
No llega a ser genial, pero sí que llega a buena película, y merece un visionado. Casi me atrevería a decir que merece un segundo visionado, para ver cómo se percibe con todas las cartas sobre la mesa.
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