viernes, 18 de septiembre de 2020

Mis consolas

Me salté A y C

Este montaje, que recopila las diversas generaciones de consolas, me sirve como excusa para hacer un listado de las que he ido teniendo, que son unas cuántas.

Dejando de lado las consolas portátiles de pantalla de cristal líquido que tanto furor creaban en los patios de los colegios en tiempos de la EGB, la primera consola que recuerdo en casa fue la Philips Videopac G7000, a la que llamábamos simplemente "la Philips". Aunque ahora los gráficos nos recordarían a los primeros juegos para teléfono móvil, en su día me parecía la leche, y recuerdo lo evocadoras que eran esas carátulas que, por supuesto, nada tenían que ver con el contenido del juego.

Luego pasaron muchos años sin consolas en casa, siendo lo de jugar a cosas con píxels competencia del Spectrum y el Commodore Amiga, al que jugaba a escondidas cuando mi padre no estaba en casa (si me lees, papi, se siente: el crimen ya ha prescrito). Por mucho que di la lata, nunca conseguí que me compraran la Nintendo NES, pero mi insistencia terminó por dar sus frutos y sí logré hacerme con la Super Nintendo, una consola a la que saqué chispas y probablemente a la que más cariño tengo de todas.

Me duró muchísimos años, hasta que apareció su sucesora, la Playstation. Otra a la que saqué chispas y con la que pirateé todo lo pirateable. Sin que me supusiera tanto esfuerzo económico, pues ya estaba trabajando, me hice años más tarde con una Playstation 2 o, mejor dicho, "los accesorios para jguar al GTA III", que me flipó cuando lo probé (ya de antes había disfrutado mucho con los primeros Grand Theft Auto). También por aquella época, creo que de segunda mano, me hice con una Gameboy Advance, que sin darle tanta tralla también usé bastante, sobre todo en los desplazamientos.

La siguiente compra, muy cercana en el tiempo al nacimiento de este blog, fue una Nintendo DS, que compré para hacerme compañía en los viajes al nuevo trabajo en Vitoria. Muy utilizada y además duplicada, pues cuando se me perdió, mis amigos tuvieron a bien regalarme otra.

La que tocó a continuación, la Nintendo Wii, realmente no la tuve nunca en propiedad, sino que era de mi compañero de piso. Pero dado que estaba en el salón y no me ponía pegas para usarla, también me eché mis partidillas. Otra que tampoco fue enteramente mía, pero cuya custodia me quedé cuando disolvimos la convivencia fue la Xbox 360, que también me dio muchas horas de entretenimiento y alegría, hasta bastantes años más tarde.

Llega el turno de una que no está en la foto, pues era un emulador más que una consola, pero sería injusto no hablar de la  Dingoo A320, pues me sirvió para rememorar muchos de los clásicos de la era de la Super Nintendo. Algo parecido podría decirse de la Raspberry Pi que compré unos cuántos años más tarde. Y por último, la que actualmente ocupa un espacio de honor en mi salón, la Xbox One X

Mención especial para la adquisición más reciente, regalo de mi señora novia. 

Habrá que ver cuál es la próxima. ¿Se llevará Microsoft el gato al agua? ¿Volveré a la senda de Sony con la Playstation V? ¿Me podrá el picorcillo de hacerme con una Nintendo Switch?

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