jueves, 2 de octubre de 2025

Ya no quedan junglas

En inglés la han traducido como "The Gentleman".

A veces se nota mucho cuando una película está basada en una novela y es el caso de esta Ya no quedan junglas, adaptada de Ya no quedan junglas adonde regresar, de Carlos Augusto Casas. Y se nota sobre todo en la sensación de que abre muchos frentes y tramas secundarias, que a veces se quedan colganderos y no se terminan de entender. Eso a veces puede hacer que la película sea un despropósito (sí, "El silencio de la ciudad blanca", te estoy mirando a ti) y otras simplemente que quede un poco raro, sin que eso impida disfrutarla.

Es el caso de este Ya no quedan junglas, donde nos hablan de Ted (el gran Ron Pearlman), un ex militar yanki que vive en San Sebastián y tiene una relación platónica con Olga, una prostituta de la que se hace amigo. Y cuando unos niños ricos tienen a bien asesinar a Olga por diversión, Ted se pondrá la chaqueta de justiciero e iniciará una violenta carrera por la venganza, en paralelo a la policía que quiere desentrañar el caso. De fondo unos narcos muy malos y sádicos y mucho dinero y glamour.

La película se me queda un poco coja, y llama la atención que pese a un reparto casi estelar (A los del cartel hay que sumar a gente como Karra Elejalde, Unax Ugalde, Daniel Grao, Diego Anido o Itziar Ituño, que no son precisamente anónimos) el nivel de actuaciones se me hizo un tanto cutrecillo, así como el cierre de la historia.

Me lo pasé bien viéndola, no lo voy a negar, y en ningún momento se me hizo aburrida, pero va claramente de más a menos y sus lagunas son más que evidentes. Aunque me quedo con que a pesar de ello sí la disfruté.

miércoles, 1 de octubre de 2025

De garajes y coches

No hay forma de sacar una foto que no parezca de película de zombis.

Una de las cosas que tenemos en el parque móvil, además de coches, es que como somos una sección pequeñita a veces hacemos todos un poco de todo, aunque no entre estrictamente dentro de nuestras funciones. 

Eso implica el servicio de préstamo de coches (a trabajadores de la Diputación y con fines laborales, que nadie se piense cosas raras), que hace que en parte tengamos un poco de agencia de alquiler de coches. Nos piden el coche, hacemos el papeleo, entregamos la llave y, como es el caso de hoy, a veces toca bajar al garaje.

Puede ser porque el usuario nos diga que se ha dejado algo dentro o las luces puestas, o como esta mañana, que no nos ha apuntado en el cuaderno los kilómetros realizados, de modo que he tenido que bajar a mirarlo.

Obviamente lo de tener que bajar y arrancar el coche (que siendo eléctrico no tiene cuentakilómetros analógico) es algo que no entra dentro de lo que es trabajo administrativo, pero no se me caen los anillos por hacerlo y si además hace bueno sirve de excusa para salir un poco a la calle.