lunes, 13 de abril de 2009

Dragon Ball Evolution

Esto es Dragon Ball

Esto es una boñiga de dragón

Que nadie se lleve a engaño: Dragon Ball Evolution es un cagarro irredimible, como ya sabíamos, pero encima debo decir que se queda corto.

Es decir, uno va al cine con la intención de encontrarse con un truño épico, pero ni siquiera llega, y se queda en truño a secas. Hasta en su labor de llegar a ser la peor película de la Historia fracasa, pues las hay peores. Entiéndame el lector; la película, objetivamente es mala con avaricia, con situaciones totalmente estereotipadas, personajes sin gancho, escenas supuéstamente climáticas que caen en el ridículo, un argumento estúpido y una resolución insultante, y todo ello sin mencionar que se pasa por la pata de forma completa y absoluta la serie en la que se basa. Pero le falta ese algo que necesita una mala película para llegar al Olimpo de las malas películas.

Tal vez sea porque ya iba preparado de antemano. Si a uno le dan una caja en la que pone "mierda", y que huele a mierda, lo último que debe sorprender es que dentro haya mierda. Así pues, uno se prepara para lo peor, para ir al cine y pasarse hora y media bostezando, o profiriendo maldiciones contra los familiares de actores y directores, clamando justicia contra los asesinos de la carrera de Chow Yun Fat... pero es que ni eso. Me he quedado frío, y extrañado ante el hecho de que la película se dejaba ver. Era mala pero entretenida, aunque el mayor aliciente de verla era reírse precisamente de sus defectos. De los patéticos efectos especiales, del ridículo guión, y de cada cagada que hacían al adaptar la serie. Pero sabe a poco. Si vas a hacer algo, hazlo bien, y si vas a hacer una mala película... regodeate, hombre. Diría que DBE fracasa en su intento de fracasar como película.

Desgranando ya la película, pues el argumento es tan risible como herético; Son Goku es un adolescente que vive con su abuelo, y está enamorado de Chichi, la novia del malote del instituto, que tiene sus sicarios matones medio lelos (muy a lo Karate Kid), y cuando el malvado Piccolo, el namekiano destrozaplanetas resucita, y mata a su abuelo, tiene que ir con la intrépida Bulma (que probablemente sea el único personaje que se parece en algo al del cómic) a por el maestro Mutenroshi, único que puede derrotar a Piccolo, y por el camino se encuentran con un tipo llamado Yamcha, que más bien parece una mezcla entre éste, Krilin y Oolom (y que físicamente se parece más a un piano de cola que a cualquiera de los reseñados) y van por ahí a buscar las bolas, pero se las roba Mai (la secuaz de Piccolo, que disfruta de un protagonismo en la película que en el cómic nunca habría soñado), las lleva a Piccolo, y cuando está invocando al Dragón, aparecen y le cortan el rollo.

Nótese que las motivaciones de ambos bandos para lograr las bolas son "destruir el mundo" para Piccolo (que tiene el poder de hacerlo sin tener que recurrir al lagartijo) y "destruir a Piccolo" para el tipo llamado Goku y compañía.

Pero nada, que llegan a Piccolo, y Goku resulta ser la reencarnación de Fumaru, Shumaru, Subaru, o algo así, un secuaz de cuando Piccolo era libre y tal, y sus poderes despiertan, pero consigue vencer a su lado malvado, y enfrentarse a su antiguo amo, al que en una pelea fiel al espíritu de la serie derrota de UNA hostia. Así que, como ya no necesitan matar a Piccolo, aprovechan para resucitar a Mutenroshi, que se había muerto en algún momento de la película. Claro que, tras los créditos se desacubre que no habían matado a Piccolo (el terror se adueña del espectador, viendo que eso solo puede significar una cosa: secuela) Deseo desperdiciado.

Con esta película, tiene toda la pinta de que han intentado "chrisnolanizar" Dragon Ball. Hacerla más creíble, más realista (aquí necesité una pausa pare reírme mientras escribía) y así, las cápsulas Hoi-Poi (que me parecieron de lo poco salvable de la película) son como pequeños transformers, y la entrañable Kame House no es una casa en medio de una isla minúscula, sino que está en medio de un solar urbano en la ciudad. Pero claro, hablar de realismo cuando el malo es un alienígena verde que echa fuego por la mano, y el protagonista un chaval de instituto que tira kamehames (gracias al cielo no las tradujeron a "onda vital") es difícil.

Lo peor de esto es que probablemente ya nadie se molestará en hacer nunca una película de verdad de Dragon Ball, y desaprovechan también la oportunidad de hacer una película memorable (por ridículamente mala) y acabará condenada al olvido, como la película que era tan mediocre que no lograba ser todo lo mala que debería.

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