martes, 14 de diciembre de 2021

El último duelo

En inglés: The last duel.

Ridley Scott (Gladiator, El reino de los cielos) vuelve al terreno del "cine de espaditas" y lo hace para llevarnos a la Francia del S. XIV, para contarnos la historia del último duelo a muerte documentado en ese periodo, entre Jacques Le Gris y Jean de Carrouges. O, mejor dicho, para contarnos las historias de sus protagonistas, que son los duelistas y Marguerite, esposa de Carrouges, pues el duelo tiene su origen en la acusación de violación que recibe Le Gris por parte de Marguerite.

Sin entrar al tema central de la película, sobre el que hablaré más adelante, uno de los apartados que destaco de la película, además del visual, donde Ridley Scott se suele desenvolver siempre con soltura, es la forma en la que está contada la película, que no inventa nada pero encaja muy bien. Nos cuenta más o menos la misma historia, pero desde el punto de vista subjetivo de cada personaje. Así, resulta muy interesante ver cómo (con la excepción que más adelante comentaré), Le Gris y Carrouges son los héroes de su propia película y cada uno ve al otro básicamente como un patán que no es de fiar. Y desde la perspectiva de Marguerite ambos son, por ser suave y no entrar a contar la historia, unos pedazos de alcornoque. 

A destacar también, como no podía ser de otra manera, el duelo, que es una escena de acción espectacular, cruda y creíble, que consigue mantener la tensión en todo momento y se nos muestra además como nos muestran las escenas de batalla: algo cruel, sucio y doloroso. En ese sentido, el duelo que da título a la película, me pareció sin duda brillante. Pero ojo, que en realidad no es esto lo más cruel y doloroso de la película.

Pero ahora vamos al  nudo central de la trama, recomendando a quien no la haya visto que pare de leer.

Ha generado cierta polémica la escena que dispara toda la trama, que es la de la violación. Se nos muestra, no una sino dos veces, cómo Jacques Le Gris agrede sexualmente a Marguerite, y cabe preguntarse si era necesario, desde un punto de vista narrativo, sacar la misma escena por duplicado. Personalmente yo habría preferido que hubiera sido un poco más sutil, y que en la línea de cómo nos están contando la película, solo se hubiera mostrado en la historia de Marguerite. Aunque entonces, no es menos cierto, tendríamos otro problema, y es que en una película que se caracteriza porque cada personaje cuenta la feria como la entiende, se habría dejado abierta la puerta para pensar que tal vez no fue para tanto, pero mostrando que hasta en la versión del propio Le Gris, él es culpable, sin resquicio para la duda.

Dejando eso a un margen, me gustó (y horrorizó) cómo la película nos va contando, desde los ojos de Marguerite, que ni las batallas ni los duelos contienen la verdadera crueldad de la película, sino que vemos cómo ella (y como ella miles de millones de mujeres a lo largo de la historia) tiene que ser tratada como moneda de cambio, que no cuenta como persona y algo que hasta hace bien poco se tenía por normal, que las violaciones no eran un delito contra la libertad sexual de las personas, sino una afrenta al honor de la familia. Ella es violada y el que se tiene por agraviado es el marido, toma ya (quien además no se da cuenta de que en realidad es tan agresor él como el otro). En realidad nada que no sepamos, pero que conviene no perder de vista.

Y ya, sin extenderme más sobre el tema, solo queda decir que tras esta dosis de cine medieval me han entrado ganas de retomar la Gran Campaña de Pendragon.

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