Practicando las katas.
Las artes marciales son algo, bien es sabido, que siempre me ha tirado mucho. Me fascinan las películas de ninjas y hacer deporte suele ser siempre una de mis primeras opciones a la hora de ver en qué gasto mi tiempo libre. Pero entre una cosa y otra llevaba mucho tiempo sin pisar un tatami, algo que cambió hace unas semanas cuando un amigo, antiguo compañero de dojo, de cuando hacía judo, me propuso ir un día a probar.
Volver a sentir la adrenalina de la lucha y la emoción de competir despertó en mí el gusanillo, de modo que me puse a ello y me apunté a las claes, con un estilo combinado de judo, jiu-jitsu, karate, capoeira, krav maga y kaeng kari kai. Al principio me veía un poco torpe, pero lo bueno de las artes marciales es que son como montar en bicicleta, nunca se olvidan del todo, así que poco a poco he ido cogiendo soltura y en unas pocas semanas he conseguido el cinturón negro en algunas de las citadas disciplinas. Puede incluso que en unos pocos días caiga algún dan.
La pena es que no me diera por hacer esto un año antes, ya que podría haber aprovechado para intentar ir a los J.J.O.O. de Tokio, y ver si rascaba alguna medalla. Supongo que puedo esperar a 2024, si la pila y las ganas aguantan.
Mientras tanto... ¡kia!
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