martes, 25 de enero de 2022

El buen patrón

Julio Blanco, el villano que se cree héroe.

Javier Bardem da vida a Julio Blanco, un empresaurio de los de toda la vida; el dueño de una empresa que se las da de paternalista, pero que en el fondo es un miserable y un hipócrita, de los que se terminan creyendo sus propios engaños. Y la película nos cuenta una semana de su vida en la que está peleando por alimentar su ego con un premio de excelencia para su empresa, mientras se le complican un par de cosas, con las que tiene que lidiar.

Mezcla comedia con drama costumbrista, o drama costumbrista con trazas de comedia, a veces cuesta tener claro cuál es su género. Incluso a veces podría decirse que es cine de terror, ya que el Julio Blanco que se nos presenta es el retrato muy real de un perfil de empresario que existe, demasiado a menudo, en la vida real. Ese jefe que va de magnánimo y te putea sin pestañear, a la vez que tiene los santísimos cojones de poner cara triste y te intenta vender la moto de que le duele tomar la decisión y en el fondo no quiere hacerlo. Un indeseable que utiliza a la gente a su antojo y la desecha cuando ya no le sirve, pero al que nunca le falta la cohorte de perretes leales riéndole las gracias. 

Esta es una película muy interesante, llena de capas y detalles, que descoloca un poco sin saber exáctamente de qué palo va, un poco en paralelismo con su protagonista, un personaje oscuro, inteligente, cínico, carismático, astuto, cruel, lisonjero, despótico... al que da vida maravillosamente Javier Bardem. Que no es ninguna noticia que este hombre haga un papelón, pero no por eso iba a dejar de hablar de su buen trabajo de dar vida a una suerte de mezcla entre amancio Ortega y Florentino Pérez.
 
Para terminar, un diálogo de la película que me gustó especialmente, y que sacaría muy bien las vergüenzas (si las tuvieran) de quienes defienden a capa y espada a las grandes fortunas.

-A mí nunca nadie me ha regalado nada.
-Que la empresa la heredaste, Julio.
-Sí, pero para heredar hay que estar ahí, eh.
-¿Ahí, dónde? ¿En la notaría?

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