No me iba a poner a sacar fotos a la oficina, así que pongo esta en su lugar.
Casualmente hoy que se cumplen tres años desde que me comunicaron que tenía que cambiarme forzosamente de trabajo, he aprovechado para hacer una visita a mis antiguos compañeros. Pero la visita no ha sido a mi viena oficina, donde estuve más de 11 años, sino a la oficina a la que se trasladó la sección en marzo del año pasado. Sabía ya que se habían cambiado de sitio (de hecho, me enteré antes que ellos de dónde iba a situarse su nueva oficina, pero no podía decir nada porque me comprometí a guardar el secreto), pero aún no había podido ir (entre otras cosas, porque al barullo del traslado se unía el tema del coronavirus y era lío.
Otro factor que dificultaba la visita era que me apeecía entre una mierda y menos cruzarme con quien fue mi jefe y verle la cara, pero como me han avisado de que esta semana no iba a estar, he aprovechado para acercarme y ver el sitio. La sensaciones eran raras, ya que era un "podría haber sido mi sitio si las cosas hubieran sido distintas", pero por suerte ya no tenía morriña (también ayuda el que, por la hora que era ya no había casi nadie ahí, solo tres o cuatro personas, que no todo el mundo tiene horario de tarde), y en el fondo casi me alegro, pues haberme tenido que mover forzosamente en su día es lo que me impulsó a concursar y a la larga sacar la plaza en un sitio que no solo está más cerca de la casa que me compré (para estar cerca del trabajo) que la oficina actual, sino que estaré más cerca que mi antigua oficina.
Y también me he alegrado cuando aprovechando la visita he acudido a la vieja máquina de café (es tal cual la misma que teníamos la otra oficina) y ver que el chocolate de máquina, aunque más caro, es muchísimo mejor en mi trabajo actual. ¿Y yo bebía aquella agua negruzca?
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