Amor y paf
Esta entrada va para uno de mis vicios de infancia, para un mito del género arcade, para ese juego que nos demostró que un hombre puede reducir de forma eficaz a todos los matones de una ciudad a codazos.
El argumento de Double Dragon no puede ser más sencillo: un señor muy malo, jefe del hampa local, que para algo llevaba metralleta, secuestraba a una chica (Marian), soliviantando así a Billy y Jimmy, dos avezados practicantes del hiji-jutsu (si pillas el chiste es que eres un friki de tomo y lomo) que, ansiosos de gozar de los favores de la muchacha, corren en pos de ella, partiendo la cara de todo el que se cruza en su camino.
¿Así que derribando la pared sin licencia, eh? Un listillo...
El juego se desarrollaba por varias pantallas, o "misiones", como las llamaba, de desarrollo más bien lineal: ves a alguien, le pegas. Con armas, que a decir verdad eran bastante poco útiles. Los barriles y rocas arrojadizas tenían su punto, y el cuchillo te podía venir bien, pero el bate era inútil, ¿y qué decir del látigo? Era más práctico agarrar la dinamita y dejar que te explotara en los morros que atreverse a coger el látigo, artefacto cuya utilidad era multiplicar el porcentaje de golpes recibidos. Lo cierto es que con la escasa IA del juego (no olvidemos que tiene sus años) lo mejor era quedarse en un sitio pegando codazos al aire, esperando que los malos interpusieran su feo rostro en medio. Puede parecer ridículo o monótono, pero cuando tienes 10 años, cada partida te cuesta un cuarto de tu paga, y no tienes una consola en casa, eso mola. Y uno de los puntos fuertes del juego era el rollo de jugar a dos, cooperando, matando con un amiguete, picarse por ver quién hacía más puntos, o quién tardaba más en morir, y poder jugar con el player 2, que el traje rojo molaba más. Bueno, y que al acabar el juego tocaba cascarse, que solo uno puede ganar, ya que a la chica parece que no le molaba la práctica del gang-bang.
M.A. Barracus nunca fue capaz de superar la cancelación del Equipo A Double Dragon es uno de los clásicos del género, y como tal, tenía un repertorio de malos bastante reducido, y que básicamente se reducía a "matón estándar", "fulana fustigadora", "clon del protagonista" y "garrulo hiperdesarrollado". Con esta plantilla, y cambiando colores de piel o ropa, ya tenían todo el repertorio de villanos. ¡Hasta los había verdes! La única que no cambiaba era la fulana fustigadora, aunque en la desafortunada secuela, de la que luego hablaré, se volvía aún más macarra y le ponían peinado mohicano.
Bueno, y luego estaba el jefe final, que tenía una ametralladora, con la que te cosía a culatazos, y que solo de vez en cuándo disparaba, y que generó infinidad de leyendas urbanas sobre las maneras de coger tan letal arma. El procedimiento para coger la ametralladora era simple, bastaba con hacer lo mismo que para resucitar a Aeris en el Final Fantasy 7. No se podía, ¿vale?
No hace falta ser hija de Jack Bauer para que te secuestren
He hablado de lo fácil que resultaba el juego, aunque llegaba un momento en el que los diseñadores decidieron que era hora de ser malvados, y de que la partida llegara a su fin, y como todo buen juego del género, traía su pantalla de muertes ridículas, a la que llegar era fácil, pero que superarla era una proeza, cuando después de haber estado media hora partiendo parietales a codazos, llegaba la última pantalla: un templo que haría las delicias de Indiana Jones, con trampas mortíferas y ridículas, como las odiosas estatuas que ensartaban con la lanza, o los troncos que aleatoriamente salían de la pared, arrojandote a un suelo mortal, arrastrándote a la muerte horrible, acabando con tus vidas, pero tan cerca del final que hacía fuerte la tentación de continuar...
¿Billy, por qué nos hemos vestido así? ¿Vamos a salir en un videoclip de Parchís?
En la sección "subproductos que nunca debieron existir" podría hablar, como de hecho voy a hacer, de las secuelas del juego. El Double Dragon II ya era flojo (básicamente era la misma mierda, pero sin codazos, que eran sustituidos por una antiestética patada, y letales armas como "pala" o "fardo de paja") pero lo que vino después era peor, como el infumable "Double Dragon 3: la piedra de Rossetta" o el engendro que nunca debió ver la luz, "Double Dragon: la película", digna del maestro Uwe Boll, que pervertía totalmente el videojuego original (a decir verdad, lo que hacía era inventarse el argumento de un videouego carente de él) y el videojuego basado en la película, al auspicio de los juegos de peleas 1 contra 1, al estilo Street Fighter, en el que Marian dejaba de ser una muchachita secuestrable para ser una feroz combatiente (y manda huevos, que era el mejor personaje del juego)
Debo confesar, eso sí, que mi opinión sobre secuelas y película es totalmente segada y condicionada por mi condición de fan del juego original, al que probablemente tenga mitificado. Y como tributo a este juego, aquí va este video: