Esto mola.
Hace un par de horas he vuelto de mi escapada por Bélgica, en la que la parte baloncestística no ha sido muy positiva (el otro equipo fue mejor y el Bilbao Basket perdió), y no me extenderé demasiado sobre ella. La verdad, ha sido un poco como el año pasado en Moscú, donde el viaje estuvo muy bien, y lo peor fue el resultado del partido.
Por lo que al fin de semana respecta, llegamos a Bélgica el viernes sobre las 7, y tras unas duras negociaciones con el gremio de taxistas del aeropuerto, acabamos yendo en autobús, que nos dejaba en la misma puerta del hotel. Una vez instalados, nos vamos a cenar a una pizzería, y allí nos hacen unas fotos para el diario Deia. Después de la cena, nos vamos a un interesante bar de estilo irlandés, con buena música en directo y un ambiente muy majo, que cotnrastaba muchísimo con la decadencia urbana de Charleroi.
El sábado a la mañana, como había poco que ver en esa ciudad, nos fuimos a Bruselas, donde la visita que mola es la del MOOF, (Museo de figuras originales), un museo dedicado al cómic francobelga,y que me gusta bastante.
Pitufando, que es gerundio.
Vemos el museo y tras ver el Manneken Pis y la Grand Platz, nos vamos a comer a un restaurante griego, antes de atacar unos gofres a modo de postre. El regreso a Charleroi es bastante aventurado, ya que los retrasos y los parones acaban por duplicar la duración del trayecto. Sin embargo, eso no nos impide llegar a tiempo para visitar la fanzone habilitada por el Bilbao Basket, con todo el ambientillo prepartido.
Ese ambientillo se repite (al menos hasta que empezó la debacle deportiva), con las manchas negras de quienes no se dan cuenta de:
a) la política SOBRA en el deporte, y consiguientemente, las banderitas con reivindicaciones políticas, están de más.
b) fútbol y baloncesto son cosas distintas, y si ya es absurdo ponerse la camiseta de un equipo de fútbol para animar al equipo de baloncesto, cuando los colores de esa camiseta coinciden con los colores del equipo rival... en fin. Sobran comentarios.
El partido, poco que contar. No hubo opciones y fue decepcionante. Pero al menos nos quedó la cosa de que nos dejaran bajar a la pista a hacer el tonto, y a lanzar pelotitas a la canasta.
Esto no mola (había calles enteras con peor pinta que esto)
A la vuelta no nos quedó más remedio que vovler andando, y era un paseo majo, pues el pabellón estaba lejos del hotel. Sin embargo, exageraban un poco quienes pintaban Charleroi como una de las ciudades más peligrosas de Europa. Está claro que bonita no es, y decadente lo es un rato, con un aire de abandono bastante serio, y bastante suciedad ambiental. Pero al menos la parte que vimos no era tan terrible como nos la habían pintado.
Tras llegar al hotel, y sin demasiadas ganas de cenar, un poco de tertulia postpartido y a dormir. Y hoy domingo, un poco de turismo por Charleroi, viendo las estatuas de Lucky Luke, Spirou y Marsupilami entre otras, pues poco más había que ver de esta ciudad.