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martes, 9 de enero de 2024

La sociedad de la nieve

Impresionante.

Si hablo del Vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya puede que no todo el mundo pille la referencia, pero si hablo del equipo de rugby que se estrelló en los Andes y tuvieron que recurrir al canibalismo para poder sobrevivir durante algo más de dos meses entre los restos del avión, la mayoría exclamará "ah, sí, los de Viven", y es que las comparaciones son inevitables con la película que probablemente popularizó este suceso.

Sin embargo, al no haber visto la otra película, malamente voy a poder comparar ambas propuestas, de modo que me tengo que limitar a dar mis impresiones sobre esta Sociedad de la Nieve que nos presenta Juan Antonio Bayona, y la verdad es que es una película que no me ha dejado indiferente, pues consigue transmitir muy bien el horror y la angustia que debieron de sufrir en la vida real sus protagonistas, con momentos verdaderamente escalofriantes, como el accidente o la primera noche. Huelga decir, que las escenas referentes a la antropofagia forzada también. 

La película consigue tan bien su cometido que pese a durar 144 minutos y narrar escenas de terrible monotonía, en ningún momento llega a aburrir, y tampoco se hace larga en absoluto, pero lo que más consigue, al menos conmigo lo ha conseguido, es no dejar indiferente. La historia la conocía, pues me la había contado mi madre cuando era niño, y me impactó. Y ahora, con esta  película me ha vuelto a impactar.

sábado, 25 de noviembre de 2023

Glasgow: día 2 (Visita a Stirling)

Me podrán quitar la vida, pero no la pechada que me pegué hasta subir ahí.

El mirécoles fue el día grande, y no solo por el partido, sino porque fue un día especialmente andarín. Me levanté sin demasiadas prisas, para poder aprovechar el desayuno del hotel, y aunque mi idea original era estar el miércoles por Glasgow e ir el jueves a Stirling, decido cambiar de planes, así que me voy a la estación y cojo el tren.

Sobre las 10 de la mañana aparezco en Stirling, antigua capital de Escocia, y me encuentro un pueblo precioso, con casas muy de postal, y una visita muy recomendable para cualquiera que visite Escocia. 

Subo hacia el castillo, por una cuesta bastante pronunciada, admirando las callecitas y casas locales, y cuando estoy en el castillo, decido ahorrarme las 20 libras de la entrada y opto por perderme por los andurriales agrestes, hasta terminar en lo alto de una loma, donde está la piedra en la que antaño se celebraban las ejecuciones públicas. Afortunadamente, un lugareño me informa de que ya no está en uso. Oye, un alivio.

Charlando, le pregunto por una especie de torre que se ve a lo lejos, y me dice que es el monumento a William Wallace, que está a una media hora andando.

La torre es lo del círculo rojo de la derecha.

Sigo andando, y cruzo el río sobre el que estaba el famoso puente de Stirling (el de la batalla de Braveheart), y camino durante un rato largo. Llego hasta el sitio del memorial, donde veo con agrado que hay una lanzadera gratuita que te sube hasta arriba. Más por un tema de tiempos que de energía (quería comer a una hora decente) hago uso de ella y llego hasta la torre. Subo los 225 escalones de una angosta escalera de caracol (no vayáis con mochila) y arriba disfruto de unas vistas espectaculares, aunque con un viento que parecía que me iba a hacer volar.

Vista la torre, bajo por el paseo, muy agradable, y cuando estoy ya abajo, cojo el autobús, que empezaba a tener hambre, pero me arrepiento de mi decisión cuando no solo me cobra 4 libras por un trayecto de 4 kilómetros, sino que a medio camino el autobús decide no funcionar y dejarnos tirados en mitad de la carretera.

Llego a Stirling, donde voy a comer a un indio, y ahí pruebo unas pakoras de hagis que no es que estuvieran buenas, es que hacía que uno se planteara quedarse a vivir en ese pueblo.

Volvería a Stirling a por más.

De sobremesa, me doy un paseo por la antigua cárcel de Stirling, callejeo un poco más, sobre todo por su precioso cementerio, y vuelvo al tren, que quería estar en Glasgow a una hora razobable (no olvidemos que a las 19:30 tenía partido, y no era precisamente cerca). El tren llega con retraso y encima se queda parado un rato a mitad de camino, pero llego a Glasgow con tiempo para ir al hotel sin prisas, cambiarme y tirar para la estación de tren.

De la odisea que fue llegar al pabellón ya hablé aquí, y afortunadamente volver fue menos azaroso, y ya una vez en Glasgow me fui a tomar una con los bilbaínos, a un pub con música en directo y cócteles ricos. Sin duda, un día completito.

sábado, 30 de mayo de 2020

Subida a Artxanda

Si no puedo hacer turismo, me lo invento.

Toca un poco de vida social, que a medida que las normas se van relajando, hay cosas que podemos ir retomando si mantenemos las debidas precauciones. Hoy el plan ha sido con gente de la lonja, del grupo que solemos quedar para hacer planes mundanos y que no nos habíamos visto desde el fin de semana en la casa rural de principios de marzo. Hemos subido dando un paseo al monte Artxanda, al que por primera vez en 42 años he subido andando (lo típico suele ser en funicular) y ahí hemos estado de charleta, con bocadillos y tal, tras comprobar lo que cuesta subir las pendientes más inofensivas con los factores "mascarilla" y "abotargados por dos meses sin salir de casa". 

Un plan muy agradable, pero físicamente cansado, lo que me ayudará, o debería ayudar hoy a dormir como un bendito.

miércoles, 19 de junio de 2019

Salida al embalse

Hasta ahí hemos ido.

Hoy he quedado con los compañeros de trabajo de Zabalburu para hacer una de nuestras tradicionales salidas para andar. Esta vez la ruta era Arrankudiaga-Zollo, pasando cerca del cinturón de hierro de Bilbao, para llegar hasta el embalse.

Al salir de trabajar, y tras la rápida ingesta de un bocadillo, hemos quedado en Abando, donde hemos cogido el tren hacia Arrankudiaga. Los primeros pasos, por un camino de cuestas pronunciadas, pero buena señalización, se hacían duros pero fáciles. Hasta que una encrucijada parecía querer llevarnos al monte Goikogane, nos hemos desviado y... error.

Media hora de andar después, no teníamos ni idea de dónde estábamos, pero sí podíamos ver nuestro destino... al otro lado del valle. Así que venga, baja una cuesta horrible, sube un tramo, sigue bajando y llega hasta no teníamos ni idea de dónde, y sin cobertura. Andar un poco nos ha llevado hacia un camino, donde un amable ciclista nos ha indicado que realmente no estábamos muy lejos, y nos ha dicho por dónde ir: un camino con una pendiente muy horrible (si algún lector pasa por ahí y ve un pulmón abandonado, que me lo traiga, es mío), y finalmente hemos llegado al barrio de Ustara, muy cerquita de nuestro destino. ¡Y con una fuente!

De ahí ha sido un paseíto breve por fin hemos encontrado nuestro destino: el embalse.

Para la vuelta, bajar el camino era más llevadero, y hemos acabado en el polígono de Bakiola, donde queríamos coger ya el tren de vuelta. Pero ignorar, o no entender muy bien las explicaciones de los lugareños, nos han hecho acabar en mitad de vaya usted a saber dónde, para finalmente, bajando unas escaleras horrendas, hemos acabado en el puente que nos llevaba al apeadero de Renfe y por tanto a casa.

Caótico y agotador, pero divertido.

sábado, 1 de septiembre de 2018

Mañana de monte

Los valientes hobbits.

¿Qué mejor manera de empezar septiembre que con un poco de ejercicio subiendo al monte? La respuesta la doy yo: subir al monte habiendo dormido una cantidad decente de horas, pues ayer aunque me acosté razonablemente pronto no fui capaz de conciliar el sueño hasta muy pasadas las 5 de la mañana, así que cuando ha sonado el despertador a las 8:30 creí morir.

Pero intento ser hombre de palabra, y ya que había quedado para subir al monte, pues ahí hemos ido mi cadáver y yo. La subida, al Pagasarri, no es excesivamente dura, así que salvo algunos tramos de mucho sudar, no se hace tan difícil, y la bajada es lógicamente más relajada.

Una vez abajo, como todavía era pronto (hoy ha sido subida exprés, como quien dice), hemos ido a frikear un poco, y como pasábamos por delante de la lonja, pues hemos echado una partida de "La Furia de Drácula" (que he ganado :P), antes de ya huir a casa, comer y echar la necesaria siesta.

jueves, 10 de mayo de 2018

Salida laboral al monte

Amables viandantes que nos hemos encontrado.

Hoy, al salir de trabajar, en vez de ir a casa hemos encaminado nuestros pasos a la estación de San Nicolás, pues se inauguraba la temporada de salidas al monte de los compañeros de trabajo, tradición que tiene ya sus años, y a la que yo me he unido por primera vez. La idea era haber empezado la semana pasada, pero el exceso de calor hizo replantearse la jugada. 

La ruta elegida hoy ha sido una etapa del camino de Santiago: Lezama-Bilbao. Asequible y para todos los públicos, con parte de llano (Lezama-Zamudio) y algo de puro monte, para acabar tomando un refrigerio en la plaza Unamuno, imbuidos del ambiente del rugby. 11 kilómetros que me sirven de excusa moral para no haber ido hoy al gimnasio (como si las necesitara).

sábado, 28 de octubre de 2017

Día en Neuschwanstein

Sencillamente espectacular.

Hoy tocaba madrugón, para estar a las 9 en la estación de trenes. El motivo no era otro que el de hacer la visita a tan hermoso castillo, inspiración de Walt Disney y obra del rey Ludwig II de Baviera (un frikazo en el buen sentido de la palabra).

La visita la habíamos concretado por medio de Sandemans, de modo que una fabulosa guía nos iba contando interesantes detalles sobre el castillo y la vida del injustamente conocido como "Rey Loco".

Primero había que coger el tren a Fusen (unas dos horas) y luego un autobús, que llevaba a los pies del monte donde está el castillo. Una vez arriba (había que subir durante 40 minutos) es cuando se entraba. La organización: es un sitio tan masificado que el tiempo para estar dentro es muy restringido (media hora) y está tan encarrilado que literalmente no se pueden hacer fotos en el interior (tanto que está expresamente prohibido). Sin embargo, vale mucho la pena, ya que por dentro es tan fascinante como por fuera.

A la salida hemos picoteando algo de comida, acompañada por una taza de vino caliente y especiado (confieso que no estaba malo) y nos hemos ido al puente desde el que las vistas del castillo son más vistosas. Y la verdad, he de decir que pocos edificios me han impresionado tanto, estando además este situado en un paraje que aún sin castillo sería precioso.

Lo malo tener que meterse luego otras dos horas de tren para volver. Pero francamente, ha merecido mucho la pena.

miércoles, 26 de julio de 2017

Edimburgo: día 3

Vista desde las alturas.

Día de mucho andar el de ayer. Empezamos con una subida al Arthur's Seat, el espectacular peñón que se ve desde muchas partes de Edimburgo, y al bajar, hacemos un poco más de pierna volviendo al Cañón Hill.

Con la tontería ya es la hora de comer, y a las 14:30 teníamos visita guiada, así que un poco a la carrera damos cuenta de una pizza aceptable y unos spaghetti carbonara de los de "me traigan la olla, que la limpio a lengüetazos".

La mencionada visita, otra vez con Sandemans, es por el New Town, el ensanche de Edimburgo. Una zona a priori menos atractiva que la Old Town, pero la guía es estupenda y nos cuenta mil y una historias de la ciudad

Acabada la visita guiada, hacemos un alto en el tradicional pub Dirty Dick's y nos vamos en busca de la Dean Village, un bucólico rinconcito dentro de Edimburgo muy recomendable. Y con la suerte, además, de que el sol, que llevaba todo el día tímidamente escondido, apareciera en todo su esplendor.

De ahí nos vamos a cenar al original The Standing Order, un antiguo banco convertido en pub-restaurante, pero conservando la decoración del banco.

Una vez cenados, como aún hay energía, nos vamos a visitar un par de pubs en la Old Town; el histórico Banshee's Labyrinth y el The Royal Oak, con música en directo.

Y de ahí ya sí, a casa. Según la pulsera, un total de 25.000 pasos.

domingo, 11 de junio de 2017

Fin de semana de Gim y Ñam

La plaga de langostas.

Un día de cuidar la línea (curva) y otro de no cuidarla en absoluto. Pecado y penitencia, atracón y ejercicio. Lo que se dice equilibrio.

Del viernes se puede deducir que fui al cine (ayer comentaba la película) y de ayer lo más señalado era la Moskocomida, la comida de la comparsa Moskotarrak para los que hacemos turno de barra, que se celebró en el bufet sidrería de Loiu, y donde se puede uno suponer, comimos hasta perder el sentido (¡cómo estaba el chorizo a la sidra!).

De ahí a tomar unos cacharros a un local concertado en Mazarredo y sobre las 20:00 me dirigí al Guggenheim. No para ver el museo, sino porque tenía que hacer de gancho en la despedida de soltera de una amiga (aunque al final fuera en Ledesma). De ahí a la lonja, saltándome la cena (seguía empachado) y tras algo de charleta, a casa a las 12.

Lo de ir pronto a casa era parte por el cansancio, parte por el plan del domingo: subida al Pagasarri.

Coronando la cima.

De alguna forma había que quemar los excesos del día anterior, y nada mejor que una subidita al monte, en la que mis pulmones luchan por su vida al subir y mis gemelos luchan por su vida al bajar. Entre medias, un rico bocadillo, que sabe a gloria y unas partidas de cartas al Crónicas, mientras recuperamos el resuello y se seca el sudor de la camiseta.

Por la tarde, tras la ducha, un paseo que tiene más de reptar que de pasear y pronto a casa, a ver la tele en el sofá (Parks&Recreation).

lunes, 30 de julio de 2012

Euskal y Artxanda

Dando a los clásicos.

Contraste de planes, con uno de encerrarse en un lugar oscuro y otro de salir al aire libre. El primero una visita a la Euskal Encounter, a la que hacía bastante que no iba (6 años sin participar y 3 sin ir de visita), y en la que aproveché para saludar a la gente del sector, así como de echar alguna partidilla. Pero sobre todo de ver gente, y más gente conocida. También de cenar con los amiguetes, que es parte de la gracia.

Y como era de prever, lo que podía haber sido una visita rápida se acabó prolongando varias horas, y acabé metiéndome en la cama a las 4 de la mañana.

Vista de Bilbao.

En contraposición, ayer tocó un plan de aire libre y naturaleza. Un paseo por Bilbao dio paso a la improvisación, y cogimos el funicular hasta el monte, y allí nos dimos un paseo casi hasta Sondika. Y a la vuelta, un garbeo por el mirador, para disfrutar del paisaje y del buen tiempo.

Y a la vuelta, una cena ligera y a la cama, que hoy tocaba madrugar. Pero solo hoy, que ya estoy de vacaciones. ¡3 semanas!

lunes, 7 de mayo de 2007

Tipi-Tapa

¿Es un buen plan para un domingo a la mañana levantarse a las 8 de la mañana para pegarse una pateada de 13 kilómetros en el monte?

Cuando la otra alternativa es quedarse en casa aburrido, desde luego que sí.

El tipi-tapa (no confundir con tiki-taka-Salinas) es un evento que organiza la UPV, que consiste en una marcha por el monte, desde Bilbao al campus de Leioa, e incentivan a sus estudiantes con un crédito de libre elección y una horrible camiseta color verde pistacho, y a todo el que se acercaba con un lote de zumos, sandwiches, chocolatinas, batidos... ¡y gratis!

Lo mejor de todo es que si te vas a dormir a las 3 el sábado, el insomnio te desvela de 4 a 5 y a las 8 de la mañana ya no tienes sueño, una excursión al monte hace que acuestes a las 22:30 y caigas totalmente exhausto y duermas como un bendito (y que el lunes a las 6:30 te quieras morir)

Bella estampa del día: Un Jokin, otro Jokin, Javi y Koldo

Y por último, no me olvido de la pegadiza musiquilla del hombre de espuma, en sus múltiples variantes. Y vaya un saludo a Javi (Surion), Lara (Tari), Koldo y al falso Jokin :P