¡El año que viene, todos a los Encuentros Rúnicos!
Tras dormir 12 horas, vuelvo al mundo real, y procedo a narrar cómo se ha desarrollado el fin de semana.
Todo comenzó el jueves, donde ya a primera hora de la mañana hubo escena con giro de guión, cuando en un control, me para la Ertzaintza y me empiezan a pedir los papeles del coche, pero con tan buena suerte de que la que me para resulta ser hermana de un amigo al que no veía hace como 10 años.
Llegados a Renteria, ubicamos nuestros bártulos en la zona de dormir, y tras la ronda de saludos a conocidos, actividad que ocupa mucho tiempo cuando conoces a casi todo el mundo, nos fuimos ya a comer, y por la tarde, a dirigir de nuevo mi partida de "El asesinato del Sr. Monroe", con la inestimable colaboración de Apo y demás equipo de vicemásteres, que me ayudó a llevar la partida.
Por la noche, otro vivo, "El rey ha muerto", una partida de temática mediveal, muy inspirada en Canción de Hielo y Fuego, en la que unos hilos hábilmente movidos me ayudaron a salirme con la mía >:]
Llegaba la noche, donde mis malvados planes para dormir se ven auxiliados por unos benditos tapones para los oídos, pero obstaculizados por el duro suelo y la graciosa costumbre de los organizadores de despertarnos con "música" a todo trapo a las 9 de la madrugada (¿se quejan los presos de Guantánamo? ¡que se pasen por los Encuentros Rúnicos!
Por la mañana, más rol en vivo, una partida basada en el método Gronhölm, en la cual consigo salirme con la mía (también porque lo tenía a huevo) y a la tarde, tocaba dirigir la partida que llevaba preparada expresamente para estas jornadas, el rol en vivo de Superman, partida que no sabía muy bien cómo iba a quedar, pero que por suerte pareció gustar (aunque el mérito, en ambos pases, fue más de los jugadores que nuestro) y luego a la noche, a hacer unas risas, con Gerardo (Lanarch) y Marcos (el Mago, un crack), y luego algo de bebida y a seguir riendo. Y no Javi, Martin Luther King no es un personaje bíblico.
Sábado. Por la mañana tocaba un poco de vegetación, y de hacer algo de compra, unido a alguna partidilla de tablero, y por la tarde, una minipartida de rol en vivo: Saw, donde palmamos todos como campeones.
A la noche, tocaba el segundo pase de Superman, con el pequeño incidente de que la otra directora de juego, Elvira, por causas ajenas a su voluntad, se ve obligada a abandonar las jornadas, y me quedo a media hora del vivo, compuesto y sin co-master (y sin Sabas, uno de los jugadores, que también se tiene que ir, lo cual me obliga a buscar un jugador sustituto, honor que recae en Javi, que pasaba por ahí, y otro master, que resulta ser el bueno de Lanarch, a quien doy un curso acelerado sobre las enrevesadas tramas del vivo, y nos lanzamos a la partida, donde me siento como si estuviera leyendo un verdadero tebeo de superhéroes, gracias a las soberbias actuaciones de los jugadores.
El domingo, día de resaca y despedidas. Montar las cosas en el coche, la ceremonia de clausura, donde me tocó ser la mano inocente que entregara los premios, y tras ello, a comer en el chino, en la tradicional comida de hermandad.
Por la tarde, haciendo acopio de las pocas fuerzas que nos quedaban, tratamos de echar una mano a los organizadores para recoger todo el chiringuito, e intentamos que al menos sirvamos para hacer la punta del iceberg de la titánica labor que es organizar algo así, y antes de caer desfallecidos, al coche.
Un viaje en coche que se me hace más largo que un trayecto ida-vuelta en el transiberiano, y entre el cansancio, el mal tiempo y la conducción de noche y con mala visibilidad, van mellando mi carácter (conducir de noche y con lluvia me cabrea) y tras llegar a Bilbao y hacer el reparto (cada friki a su casa y cada mochila con su propietario) la guinda la pone la media hora que me tiro para aparcar.
El resto, llegar a casa y derrumbarme sobre la cama. Reventado, pero con una sonrisa de oreja a oreja. Me lo he pasado genial.