Mostrando entradas con la etiqueta China. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta China. Mostrar todas las entradas

lunes, 8 de marzo de 2021

Autoglotónimos

¿Autoglotones?

Aunque la definición académica es más larga, básicamente un autoglotónimo es la palabra que un idioma utiliza para referirse a sí mismo. Castellano o español, por ejemplo, son autoglotónimos para el idioma en el que escribo, y al que en otros idiomas se conoce como spanish, gaztelania o Spanische (que serían heteroglotónimos). 

Aquí voy a poner los autoglotónimos más conocidos, cómo los llamamos nosotros y cómo se llaman en realidad. Empiezo con los idiomas oficiales en la Unión Europea. 

Alemán: Deutsch 
Búlgaro: Български (Bulgarski
Checo: Čeština 
Croata: Hrvatski 
Danés: Dansk 
Eslovaco: Slovenčina 
Esloveno: Slovenščina 
Estonio: Eesti 
Finés: Suomi 
Francés: Français 
Griego: Ελληνικά (Eliniká
Holandés*: Nederlands 
Húngaro: Magyar 
Inglés: English 
Irlandés: Gaeilge 
Italiano: Italiano 
Letón: Latviešu 
Lituano: Lietuvių 
Maltés: Malti 
Polaco: Polski 
Portugués: Português 
Rumano: Română 
Sueco: Svenska

*La forma correcta en español es neerlandés, pero aunque no del todo sea correcto, coloquialmente se usa el término holandés. 

Otros idiomas europeos (contando como tales algunos ex-URSS). 

Albanés: Shqip 
Armenio: Հայերեն (Hayastán
Azerí: Azerbaycan 
Bielorruso: Беларуская (Bielaruskaya) o también тарашкевіца (Taraškievica
Bosnio: Bosanski 
Checheno: Нохчийн (Noxçiyn
Galés: Cymraeg 
Georgiano: ქართული ენა (Kartuli Ena
Groenlandés: Kalaallisut 
Idioma Inuit: ᐃᓄᒃᑎᑐᑦ (Inuktitut) 
Islandés: Íslenska 
Kazajo: қазақ тілі o قازاق ٴتىلى (Kazak tili) 
Macedonio: Македонски (Makedonski
Noruego: Norsk*. 
Ruso: Русский (Ruski
Serbio: Српски (Srpski
Tayiko: Тоҷикӣ (Toyiki
Ucraniano: Українська (Ukrayinska
Uzbeko: O‘zbek 
Vasco: Euskera (aunque este término está recogido y también suele usarse al hablar en castellano, al menos en España).

** Con el noruego hay una peculiaridad, y es que existen dos formas oficiales de noruego escrito: bokmål (académico) y nynorsk (moderno).
  
Salimos de Europa y nos vamos a grandes idiomas, con los idiomas no europeos más hablados del mundo, en los que no he incluido, claro, los que se llaman igual en castellano que en su propio idioma.

Chino mandarín: 官話 (Guānhuà, que significa, por cierto, "el habla oficial"). 
Hindi o Indostaní: हिन्दी (Hindi
Árabe: العربية (Al-ʻarabīyah) Aquí podría perderme en sus cientos de subdivisiones (por ejemplo, el árabe egipcio se llama Masri y el marroquí Láhŷa maghribiya), pero por no meter la pata no intentaré hacer un listado exhaustivo. 
Bengalí: বাংলা (Baṅla
Indonesio Bahasa Indonesia 
Urdu: اُردُو (Urdu), aunque a veces también لشکری (Lashkari
Japonés: 日本語 (Nihongo
Swahili: Kiswahili 
Turco: Türkçe 
Chino Cantonés: 廣東話 (Guǎngdōng huà
Coreano: 한국어 (Hangugeo) en Corea del Sur, 조선말 (Chosonmal) en Corea del Norte, o 우리말 (Urimal) como una denominación neutral) 
Vietnamita: Tiếng Việ 
Javanés: Basa Jawa 
Tailandés: ไทย (Thai
Ahmárico: አማርኛ (Amaraña
Canarés: ಕನ್ನಡ (Kanada
Persa: فارسی (Farsi

Por último, aquí dejo unos cuántos, más o menos conocidos, aunque sin intención de ser exhaustivo, pues la lista completa sería demasiado larga. 

Camboyano: ភាសាខ្មែរ (Feasa Jemer
Cherokee: Tsalagi 
Cheyenne: Tsetsêhestâhese 
Cingalés: සිංහල (Sinhala
Fiyiano: Na Vosa Vaka-Viti 
Guaraní: Avañe'ẽ 
Haitiano: Krèyol ayisyen 
Hebreo: עברית (Ívrit
Kurdo: كوردی (Kurdi
Malayo Bahasa Melayu 
Malgache: Malagasy 
Mongol: монгол хэл (Mongol Khel
Navajo: Diné bizaad 
Nepalí: नेपाली (Nepali
Pastún: پښتو / (Paxto
Quechua: Runa Simi 
Samoano: Gagana Samoa 
Sánscrito: संस्कृतम् (Saṃskṛtam
Tahitiano: Reo Mā`ohi 
Tibetano: བོད་སྐད (Bod Skad

No me hago responsable de los errores e imprecisiones que sin duda se me habrán colado, claro.

miércoles, 26 de agosto de 2020

Gyozas de pato al curry

Fácil y rico.

Una de las cosas que más me gustaron de la gastronomía china cuando estuve allí eran los dumplings, una especie de empanadillas rellenas que se preparan al vapor, y que de vez en cuándo me da por hacer en casa. O, en el caso de hoy, algo parecido, que son las gyozas (no tengo muy clara la diferencia).

Bueno, he de confesar que lo que es hacerlos, no los hago yo, sino que los compro congelados en una tienda que tengo al lado de casa. Lo que hago es poner a calentar el agua, meter las gyozas en la vaporera y esperar a que se hagan.

Intenten hacer esto en sus casas.

Una vez se quedan blanditas, se les puede dar un pasecillo por la plancha, para dorarlos, aunque a mí me suele gustar hacerlos tal cuál. Se pueden combinar con casi cualquier salsa, pero hoy he optado por lo sencillo, espolvoreando curry y echando sal, para que quedaran menos aceitosos y tener una cena más o menos ligera.

Lo bueno de la globalización es que es fácil encontrar este tipo de comida en muchos ultramarinos que tengan comida importada de China y los hay con bastante variedad. Estos eran de pato, pero también los hay de cerdo, de gambas, de verduras... y son muy socorridos para cuando no se le quiere dedicar mucho tiempo a la cocina.

miércoles, 27 de febrero de 2019

Perdiendo el Este

头皮屑

Humor facilón hecho a base de topicazos y sin demasiada gracia. Es verdad que ni el cartel ni el trailer prometían otra cosa, pero si esto va de valorar la película hay que hacerlo en su justa medida, y lo peor es que a ratos se hacía aburrida. Muy tonta, más incluso de lo que esperaba, y lejos de su antecesora "Perdiendo el Norte", aunque tampoco vayamos a pensar que era ninguna maravilla.

En esta ocasión el foco de la historia se traslada a Braulio, el mejor amigo del protagonista de la anterior película, que se tiene que ganar la vida en Hong-Kong. Allí conoce una chica de la que se enamora y empieza la comedia romántica de previsible resultado, aderezada con unos secundarios que son lo que hace que la película resulte insoportable.

Lo mejor de la película, y creo que lo explota poco, es el tema del choque cultural, pues me recuerda a mi visita ahí, y a los relatos que me llegaban de China. Pero no llega a levantar la película.

Al menos el final es bastante buenrrollero.

sábado, 8 de septiembre de 2018

Presentación contra los chinos

¡Llenazo total!

Esto ya está en marcha. Ayer fue el partido de presentación del nuevo Bilbao Basket contra un exótico rival, el Shenzen Leopards chino, y el partido era en el vetusto pabellón de La Casilla.

La verdad es que del partido poca conclusión se puede sacar, pues falta rodaje y el equipo rival era muy malo. Además faltaban dos jugadores presuntamente titulares (Schreiner y Martínez), lo que hizo que 4 chavales del Santurtzi tuvieran su oportunidad de jugar unos cuántos minutos. Y aun así, se ganó muy fácil, con un engañoso 86-69, que no demuestra la exagerada diferencia de nivel entre ambos equipos, con distancias en el marcador que llegaron a pasar de los 30 puntos. Está bien, porque creo que llevaba 8 años sin ver ganar al equipo en La Casilla. 

Y ahora, sin que sirva de mucho, la impresión que me dieron los jugadores:

-Salgado: Sabe de qué va esto, y en LEB va a ser un base sólido y solvente
-Rigo: Ni fu ni fa. Solo metió tiros libres.
-Brown: Nos va a dar muchas alegrías, posible máximo anotador del equipo
-Matiulonis: Ha tardado en entrar en el partido, pero vaya si ha entrado.
-Cruz: Va a ser de los mejores del equipo.
-Sinica: Esperaba más de un jugador con su trayectoria y tablas.
-Larsen: Un tronco que intimida y poco más.
-Lammers: Muy verde el pobre. Ya puede coger el ritmo, o estamos apañados.

Ya falta poco para que empiece la temporada, y seguro que será mejor que la anterior, pues peor es imposible.

domingo, 6 de diciembre de 2015

Madrid: día 1

Telefederico.

Escribo desde la capital del reino, donde hemos venido a pasar el puente de la Inmaculada Constitución, en un viaje que viene cargado de anécdotas desde el principio. La forma de venir fue en un coche mediante la web blablacar, donde nos recogen en Bilbao una pareja de amigos, más majos que las pesetas y con una enorme capacidad de conversación, que hacen que el viaje sea ameno y casi hasta corto. Pero completa la comitiva una señora que sube en Burgos, digamos que, peculiar. 

A nuestra llegada a Madrid nos vamos al alojamiento, una habitación que reservamos en airbnb, muy bien ubicada en zona muy céntrica. Una vez situados, nos vamos a hacer una ruta de reconocimiento y mis ojos se fijan en el cartel del teleférico, que desconocía, así que nos lanzamos a la aventura de cogerlo. Una sorpresa muy agradable, sobrevolando la Casa de Campo (que he de decir que a pesar de todas mis venidas a Madrid, no conocía) y un paseo por ahí. Tomamos otra vez el teleférico de vuelta (y me pregunto por qué las locuciones del mismo tienen música más propia de peli porno) y vamos a comer.

De sobremesa, un paseo por lugares desiertos y poco concurridos, como puedan ser la Gran Vía, la Puerta del Sol o la Plaza Mayor, en las que en diciembre apenas se ve un alma y uno puede pasear a gusto y sin codazos. Todo eso, pero al revés.

Así estamos haciendo la tarde hasta que por la noche quedamos con unos amigos, Susana y Álvaro, para ir a cenar a un restaurante chino, pero chino de verdad, con comida china real y esos toques tan de allí, como una lavadora en medio del pasillo que conduce al baño, o la camarera fregando los platos en medio del comedor. Entre eso y las aglomeraciones, era como volver a visitar China, oigan.

Y a destacar de la cena, lo horriblemente picante que era la sopa que nos sirvieron, que hacía que hasta las lágrimas que llorábamos fueran de fuego.

martes, 1 de julio de 2014

10+1 ciudades que...

Bilbao no cuenta.

Primero fueron los libros, luego las películas y continué con series, videojuegos y juegos de rol. Ahora toca el turno a lugares, ciudades o pueblos, que tengan algún tipo de significado especial. Tengan o no valor turístico.

-Bergara: Este pueblo (realmente villa) gipuzkoano será más conocido por ser donde Maroto y Espartero pusieron fin con su célebre abrazo a la primera guerra carlista, o por ser donde Fausto Elhúyar aisló el Wolframio o Tungsteno (llamado en origen Vergaricio). Pero para mí su significado viene de que tengo ahí raíces familiares, ya que es el pueblo de mi madre. Sí, eso significa que soy medio giputxi.

-New York: De Nueva York podría escribir páginas y páginas (de hecho, tiene unas cuántas en el blog) y me seguiría quedando corto. Está en esta lista, no solo porque es una ciudad espectacular y a la que quiero volver, sino porque hice el viaje en una época de mi vida en la que sin duda me hacía falta. Y me vino muy bien.

-Londres: Si Nueva York es LA ciudad de América, Londres es LA ciudad de Europa. Estuve hace unos 20 años con mis padres y me fascinó, tanto que llevo años queriendo volver. Sin embargo, parece que el destino no quiere que vaya, ya que las dos veces que he planeado volver, algo me lo ha impedido. Hace 10 años, temas profesionales (un juicio en esas fechas) me hacían cancelarlo, y hace 3 años, mi compañero de viaje se rompió las piernas en la víspera, por lo que me quedé sin ir otra vez. Pero por mis cojones que yo vuelvo a ir a Londres.

-Bergen: Una acogedora ciudad noruega a la que nunca pensé que acabaría yendo, pero las circunstancias me llevaron ahí, donde pasé uno de los fines de semana más bonitos de mi vida, viviendo un romance de los que parecía que solo existían en las películas.

-Tianjin: De las cuatro ciudades que visité de China (Beijing, Shangái, Xian y Tianjin), no es la más bonita, ni la que tiene mayor valor cultural. De hecho, es una ciudad fea, industrial y sucia. Pero era la ciudad en la que estuvo viviendo dos años la que entonces era mi novia, y era el sitio que más deseaba visitar.

-Moscú: El baloncesto me llevó a la capital rusa, en un viaje que organizamos por impulso, envalentonados por la buena marcha de nuestro equipo. Y lo que nos encontramos no desmereció, viendo una ciudad espectacular, de la que destaco el metro, la nieve y las rusas, claro. Especialmente una amiga nativa que tuvo a bien hacernos de guía/traductora y enseñarnos amablemente la ciudad. 

-Roma: La ciudad eterna y una de las imprescindibles en la agenda de todo viajero. Un verdadero museo al aire libre, repleto de Historia en cada una de sus esquinas. He estado ya dos veces ahí, y dentro de 10 días será la tercera.

-Gernika: Conocida por su árbol y tristemente por su bombardeo, Gernika (oficialmente Gernika-Lumo) ocupa su lugar en esta lista por ser donde tuve mi primer trabajo. Aquello del Ayuntamiento. Y claro, se le coge cariño.

-Santa Pola: Este pueblo de la provincia de Alicante fue mi lugar de veraneo durante muchos años, y aunque al principio iba obligado por mis padres, cuando conseguí hacer amigos ahí ya no me quería ir, y contaba los días hasta que fueran otra vez vacaciones para volver a estar ahí. Si mal no calculo, 8 fueron los veranos (más un par de visitas posteriores).

-Budapest: No solo es una ciudad maravillosa, con una excelente gastronomía, sino que fue el primer viaje largo que hice con la persona que me acompañó, lo cual ya la convierte en una ciudad especial.

BONUS

-Mollina: Y si la cosa va de decir sitios de veraneo, justo sería mencionar este pequeño pueblecillo del interior de la provincia de Málaga, que llevo ya 11 con este 11 años visitando. ¿Y qué me lleva a Mollina? Pues que ahí son las jornadas Tierra de Nadie, cita ineludible en mis vacaciones de verano.

Como suele pasar con este tipo de listas, estoy seguro de que me habré dejado alguna imprescindible por el camino, aunque como también suelo decir, si estas son las primeras 10 que se me han ocurrido, por algo será. Tal vez si la hiciera otro día incluiría Estambul, París, Atenas, Madrid, Pamplona, Basauri, Amsterdam, Bremen, Nápoles, Vitoria... lugares que por uno u otro motivo podrían figurar en esta lista.

martes, 14 de septiembre de 2010

Parque chinásico

Es Ti Wen Es Pil Belg

¿Había comentado ya que en algunos aspectos China es como retroceder varios años en el tiempo? Pues esta pequeña anecdotilla que había dejado sin contar en relato del viaje al gigante amarillo refuerza de forma superlativa esa afirmación.

Casi que mejor no les pregunto a estos.

Efectivamente, y como ya adelanté, nos topamos con un parque, detrás de la Ciudad Prohibida, donde había reproducciones (como se puede ver no eran a escala) de dinosaurios, que de vez en cuándo se movían y emitían sonidos, y la música de Parque Jurásico que sonaba cuando llegábamos nosotros.

¡Tenía hambre!

Y como a nadie sorprenderá, tal circunstancia fue aprovechada por un servidor para hacer un poco el tonto entre dinosaurios, como muestran las fotos que se ven a continuación.

¡Bicho malo, baja!

El Jokinosaurius Rex.

El diplojokus.

Empezó él.

lunes, 30 de agosto de 2010

Día en Beijing

¿Dejarán entrar aquí?

Vuelvo con mis narraciones chinescas, para decir cosas buenas acerca de su capital, pues entre lo del hotel y lo de la muralla, mala propaganda les estaba haciendo, y hoy me voy a lo positivo.

Me centro primero en la parte más típicamente turística, que es la ciudad prohibida, junto a la plaza de Tianamén, la clásica estampa de la foto de Mao que se ve a mis espaldas. Algo digno de ver, con sus múltiples casitas, aunque te puedes volver loco si pretendes entrar en todas y cada una de ellas, pues aunque bello, no deja de ser enormente repetitivo. Fotos las tengo a docenas, y algunas muy chulas, pero no es plan de marear. Pongo una y a correr:

Templo de la feliz sonrisa, pagoda de la eterna satisfacción, o algo por el estilo.

Tras la ciudad, había un montecillo con un templo que tenía unas vistas preciosas, desde donde se veía bastante bien todo Beijing, pero con unas enormes, casi gargantuescas abejas, del tamaño casi de melones con alas.
 Parece la snitch dorada.

Al bajar vimos el único espacio de Beijing en el que no había gente, algo insólito, y luego nos encontramos con un parquecillo lleno de dinosaurios, de los que ya hablaré en otro momento, que tuvo su guasa.

Al bajar nos topamos con unos madrileños recién llegados a China, que pedían ayuda de gente que conociera el lugar, sobre todo sitios para comer, así que con ellos nos fuimos, a comer e intercambiar anécdotas en una divertida sobremesa.

Y por último, antes de abandonar el país, una vuelta por la histórica Tianamén, con unas bonitas vistas.

Ahora, saltándome la lógica temporal del relato, me voy a dos días antes, cuando llegamos a China, para hablar del gran mercado de la seda, un buen sitio para que pueda ir de compras quien guste de precios baratos, vendedores que gritan y eternas sesiones de regateo, o del pintoresco salon recreativo que nos topamos, con una máquina expendedora de, de...

625 experimentos

Y también recabó mi atención, aunque no en un aspecto especialmente positivo, uno de los mercadillos de calle, donde vendían comidas tan exóticas como hipocampo, estrella de mar o brochetas de escorpiones... vivos.

Puede que me deje cosas por contar de Beijing, pero creo que las más importantes ya las he contado.

jueves, 19 de agosto de 2010

¿Colega, dónde está mi muralla?

No os fiéis de mi cara amable, estaba cagándome en todo.

Dicen, aunque es mentira, que desde el espacio se puede ver la Gran Muralla China. Como mentira era lo que decían en el hotel, sí el maravilloso hotel del que hablaba ayer, de que con su visita guiada se veía la Muralla.

Pero empecemos desde el principio.

El día en que llegamos al hotel, vimos que anunciaban visita guiada a la Gran Muralla, uno de los sitios que más me apetecía ver de China, y nos apuntamos. Nos informan de que se sale del hotel a las 5:30, así que nos vamos a dormir prontito, y dormimos, hasta que a las 3:30, dos horas antes de lo previsto, nos despiertan para decirnos que los de la muralla ya nos están esperando.

Nos montan en una furgoneta y callejeando un rato, jugándonos la vida entre las curvas, nos llevan a un autobús lleno de chinos, y tras callejear un rato más, el vehículo se detiene en medio de la calle, donde una multitud de chinos se agolpa en torno a algo, que deducimos que era Tiannamen (media hora para ir a un sitio al que tardábamos lo mismo andando) y es que nos han llevado a las 4 de la madrugada a ver el cambio de bandera. Algo que probablemente para los chinos sea importante, pero que en ese momento solo me produce ganas de agarrar ese trapo y limpiarme el culo con él.

Tras el canje banderil nos introducen de nuevo en el autobús y tras una ruta "turística" por Beijing, nos llevan dos horas después a algo que parece Silent Hill, con una niebla que impide ver más allá de las narices y con un montón de chinos y chinas gritando por megafonía.

Hacemos algo de cola, y por fin nos llevan a la "muralla", un tramo diminuto con más chinos que ladrillos y puestos de souvenirs dentro de la Muralla. Llamadme picajoso, pero esto me parece tan irrespetuoso como lo sería poner una pegatina de "beba Pepsi" en la Gioconda.

Chinos por aquí, chinos por allá, empujando, gritando, insultando... y una hora después nos meten en el autobús, serían las 10 de la mañana. Iluso de mí, pienso que para enseñarnos otros tramos de la muralla.

Una hora más de autobús, con la guía recitando en chino monocorde y estridente, a través de su megáfono cosas cuyo interés no entro a juzgar, pero que me provocan ganas de practicarle una laringectomía con la palanca de cambios.

Y llegamos a un "museo" del jade, donde nos desmarcamos del grupo y llegamos a la tienda, de paso obligado, donde ofrecen su jade a precios abusivos.

Posteriormente viene la comida, donde compartimos mesa con otros chinos y comemos... a las 11:00 AM.

Vuelta al autobús, y esta vez, con la preceptiva hora, hora y media de insufrible megafonía (la china no se calló en ningún momento) nos llevan a un "museo" de arte con cera, o algo así, donde nos dicen que no está incluido en el precio, que hay que pagar suplemento. En ese momento, mi grado de mala hostia crece, y lamento no saber chino para no poderle decir que no pagaría por ese museo ni aunque fuera la fábrica de ponis de chocolate, así que nos quedamos fuera, tomando un helado, y sobre todo una hora sin escuchar la megafonía. Pero mi esperanza de volver a ver la Muralla se va difuminando.

Vuelta al autobús, y esta vez nos llevan a las tumbas Ming, un lugar bonito, pero en el que no nos dejan movernos ni un ápice, todo el rato en el grupo, sin separarnos, y pasando por donde decían, y siguiendo los paripés, que si di ula-ahula cuando pases por debajo de este arco, que si coge este amuleto con la mano derecha, etc... ¿se han parado a pensar que podría no serme indiferente participar de esas cosas?

Todo acaba en un templete o algo, donde nos quieren sacar pasta por nosequé, y que cuando intento fotografiar invoca de la nada dos chinas que se abalanzan sobre mi cámara, cual guardaespaldas del presidente al ver un arma de fuego. Afortunadamente la foto sale, como también sale mi airada respuesta "¿se os va a quemar el puto templo por una foto?" (nótese, que no había ningún cartel de "no fotos")

Vuelta al autobús y vuelta a Beijing. Parece que la cosa terminaba, pero lejos de la realidad, nos conducen a un edificio, y nos meten a todos en una sala con sillas, al estilo reunión de alcohólicos anónimos, y primero una china empieza a soltar su discurso acerca del, supongo, jade que tiene en la mano. Posteriormente entra un tipo con aspecto de showman, y empieza a soltar su discurso, que posteriormente descubro que quiere decir "los chinos somos muy listos y reconocemos el jade de verdad, no como los occidentales, que son unos garrulos". Obviamente ignoraba que a lo mejor le entendíamos.

Y como no debería ser sorpresivo, después de eso nos meten en la zona de ventas, donde intentan colarnos más jade que, obviamente no compramos.

Para rematar la faena, el autobús que tenía que dejarnos en el hotel nos deja en medio de Beijing para que nos busquemos la vida. Y por supuesto, del desayuno incluido y pagado mejor ni hablamos.

De todo esto extraigo que no me jodió tanto madrugar, la horrífona voz de la guía o el insulto final a nuestra inteligencia sino el hecho de que yo tenía muchísima ilusión por pasar un día en la Muralla China y disfrutarla, y estos sinvergüenzas me la robaron.

miércoles, 18 de agosto de 2010

El hotel del terror

¡Horreur!

Utels Hotel Wangfujing (también lo he visto como Junxincheng Kaixuan International Hotel), un nombre a evitar si se viaja a Beijing.

Dedico una entrada al infame hotel en que nos hospedamos en la capital, ya que el cúmulo de despropósitos que de él puedo contar es tal, que ni tan siquiera a mis peores enemigos les recomendaría la estancia aquí (bueno, a lo mejor a Nicholas Cage sí)

Empecemos, pues, por el principio, con nuestra llegada al hotel, donde pese a haberla tramitado por Internet negaron todo conocimiento. Nos decían, eso sí, que tenían habitaciones disponibles... ¡al doble del precio de la reserva!

En riguroso chino, la discusión del que sí que si no, en la que ellos, contradiciendo el cartel de la puerta, y en la que dicen que no tienen Internet, lleva a que acabo sacando el teléfono móvil para conectarme a Internet y buscar el correo con la reserva. Intentan hacerse los tontos, aduciendo que no viene el precio. Le sacamos de su error y le hacemos saber la terrible verdad: "Total Price" no es el nombre de un nuevo personaje de Oliver y Benji.

Todo quedaría en algo meramente anecdótico si no fuera por el aspecto tétrico y maloliente que presentaban los pasillos, tétricos y mal iluminados. Y no creo que la OMS me permitiera hacer una descripción detallada de los baños públicos (suerte que los de la habitación se salvaban) y también en lo anecdótico, o más bien escheriano, queda la habitación.

La habitación perdida, versión china.

Lo que se ve en la foto no parece muy terrible. Vale que la habitación no era especialmente grande, pero tenía un detalle muy curioso. Solo había dos ventanas, y el brillo del flash delata que la foto está sacada a través de una de ellas. Sí, esa foto está sacada desde el cuarto de baño, sentado específicamente en la taza para sacar esa foto, y había una segunda ventana que daba... al pasillo.

Afortunadamente, la ventana que daba al pasillo era coronada por una cortina, pero no podemos decir lo mismo de la ventana que separaba cuarto de baño y dormitorio, que estaba totalmente carente de cortinas, persianas o elementos antilumínicos similares. A ello habría que sumar que dadas las dimensiones y la total ausencia de cortinas de baño, uno podía ducharse y limpiarse los dientes a la vez sin demasiado esfuerzo.

Pero en fin. Esto queda en el terreno de lo gracioso. Menos gracioso es, sin embargo, el tema del desayuno. El primer día, por causas que ya relataré, pues tiene su miga, no nos dieron el desayuno pagado, y el segundo, cuando fuimos al comedor nos dijeron que se acababa de terminar poco antes. Y que me aspen si en ese comedor había habido alguien desayunando alguna vez en los últimos 15 años, pues he leído relatos de Lovecraft con descripciones más alegres que el aspecto de ese comedor.

¿Gracioso? Pues hubo cosas peores.

¿Cómo olvidar el tema de las maletas? El primer día les expusimos nuestra situación: el sábado nos íbamos del hotel pero nuestro vuelo no salía hasta la noche, y necesitábamos que nos custodiaran las maletas a lo largo del día. Todo perfecto, sin problemas.

Como es mejor prevenir que lamentar, al día siguiente volvimos a preguntar. ¿Seguro que podemos dejar las maletas después de haber hecho el checkout? "Sí, sí, fijo".

Y a nadie sorprenderá que cuando el sábado fuimos a abandonar el hotel, cuando preguntamos al encargado dónde podemos dejar las maletas nos dijera que no se podían dejar allí. Un divertido juego de "que sí, que no", en el que finalmente y ante la evidencia, nos dice que podemos dejarlas en la 6ª planta.

Y nos conducen al cuarto de las escobas. Para ser exactos, al cuarto en el que encierran a las escobas cuando se portan mal. Y cuando dejamos nuestras maletas nos preguntan si tenemos algo de valor, consiguiendo por nuestra parte una mirada homicida y un "¿acaso no es seguro?"

Cuando bajamos a recepción, pedimos al encargado un recibo de las maletas, que nos rellena con desgana, pero mágicamente, cuando le pedimos que plante en el recibo el sello del hotel su cara cambia y llama arriba para decir (en chino, claro) "cuidad bien esas maletas".

Las maletas no sufrieron menoscabo alguno, pero todavía quedaban más lindezas por descubrir, ya que para marchar al aeropuerto le pedimos que nos llame un taxi, y un rato después viene un señor con un coche, que dice ser taxista (como yo puedo decir que soy perito agrónomo) y que cuando le pedimos factura, nos dice que no puede. Le explicamos amablemente que necesitamos la factura para que la empresa nos pague el taxi, y al principio mira extrañado pero luego se saca de la guantera un manojo de facturas de a saber qué, y nos pregunta si con eso vale.

Obviamente no, y le decimos al del hotel que nos pida un taxi de verdad. Le explicamos lo de la factura... y nos viene con un manojo de tickets de vayaustedasaberqué diciendo que entre todos suman 150 yuanes, que es el precio del taxi.

Ante nuestra insistencia y miradas de odio, llama un taxi de verdad, y decidimos montar. Pero una vez en trayecto nos damos cuenta de que no ha encendido el taxímetro. Le pedimos que lo haga, y él insiste en que el precio es fijado (y totalmente en B, claro). Al final pone el taxímetro y mientras nos lleva, podemos oír (bueno, yo lo que me traducían) que por la radio le iban dando instrucciones para que diera más vuelta y fuera más despacio, para así poder cobrarnos más.

Finalmente llegamos al aeropuerto, pagando bastante menos de la cantidad que nos quería cobrar, y sabiendo a qué hotel no ir jamás.

Pero la peor parte del hotel la contaré mañana, en una entrada que se titulará:

Colega, ¿dónde está mi muralla?

lunes, 16 de agosto de 2010

Escapada pekinesa

Auténtico perro pekinés

Siguiendo con mi periplo chino, como ya comenté, de Shanghai tomamos el tren rápido a Tianjin, donde teníamos el campamento base, pero donde el atractivo turístico no era especialmente espectacular, por lo que me salto un par de páginas hasta subir a otro tren rápido, uno que en media hora nos dejaba en la capital de la República Popular: Beijing o Pekín, según gustos.

No andábamos sobrados de tiempo, ya que habíamos salido relativamente tarde, y en ciudades como Beijing las distancias son grandes, por lo que solo pudimos ver el Templo del Cielo y el Palacio de Verano, que ilustraré con sendas fotos:

Templo del cielo

El templo, aun siendo algo interesante, quedó quizás algo deslucido por el calor, las prisas y el hambre, que fue saciada a base de arroz por la friolera cantidad de... ¡2 yuanes! (unos 23 céntimos de euro) y que me permitió no comer nada más en todo el día.

Y tras comer, la odisea de buscar una boca de metro se repetía. Ya al ir habíamos tardado más de media hora a pie desde la boca de metro hasta la entrada del templo (y se supone que estaba céntrico) y viéndonos incapaces de encontrar otra, optamos por un taxi que nos llevara al Palacio de Verano.

Empezando por P, inventos de los chinos: pólvora, papel y puenting.

Mucho más espectacular me pareció el Palacio de Verano, residencia estival de los emperadores chinos, y un enorme lago rodeado por un parque lleno de templos y casitas con nombres rimbombantes, como el Salón de la Feliz Longevidad, el Templo de la Fragancia de Buda o el Pabellón de la Piedra Maestra (chiste dedicado a los frikis tedeneros: sí, a mí también me ha recordado al CEULAJ).

Sin duda un sitio agradable para pasear y unas vistas increíbles, tanto del propio parque como de la ciudad.

El "azul" cielo de Beijing.

Al cerrar el palacio tomamos el tren de vuelta a Tianjin, donde estuvimos un par de días más, en los que cabe destacar una cena multicultural con gente de diversas nacionalidades, y los estreses típicos de una mudanza internacional, pero son cosas que carecen de interés a comparación con lo que viene siendo China.

Más cosas sobre Beijing en sucesivas entradas.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Shanghai 2: La Expo

Jokin, una atracción más de la Expo

Una Exposición universal es algo que no se ve todos los días, y yo concretamente llevaba sin ver una desde la de Sevilla en 1992, y tenía bastante ilusión por ver esta de Shanghai, por lo que coincidiendo que iba a pasar por ahí, y que nos habían conseguido entradas, allí nos fuimos a pasar el día, entre colas y colas de chinos y bajo un sol de justicia, pero a gusto.

Y ésta es la relación de pabellones que vimos:

-Osaka: Un pabellón fresquísimo, donde nos mostraban la evolución histórica de esta ciudad, y muchas figuritas de Hello Kitty.

-Bilbao: Sí, Bilbao tenía pabellón propio, por lo que era cita obligada, y la verdad que era un pabellón digno de ver, con un video donde vendían muy bien Bizkaia y alrededores.

-París: Una sosainada.

-Barcelona: Otra sosainada.

Luego, tras una horrible cola de hora y media para subir al ferry que nos llevaba al otro lado del río, viendo que los pabellones más populares, como India, Arabia o Emiratos tenían unas colas que ríase usted de Dinio, nos metimos en la menos concurrida Marruecos para ir luego a Pakistán, y empezar ya con la zona europea.

Antes debo decir que tuve el lujo de toparme con el cuarto de baño más limpio de China, un baño que de limpio que estaba daba pena usar por si lo ensuciaba, y que contrastaba con la media del país, donde las letrinas de agujero eran lo más frecuente. Pero hecho el inciso, me voy a los pabellones:

-España: Una gozada el poder pasar sin hacer cola, solo mostrando el pasaporte (lo intentamos en el de Reino Unido pero no coló) Empezaba con un video, y terminaba con algo típicamente español, como era el bebé de 5 metros que se movía y giraba la cabeza (incluso creo que le vi comerse a un asistente)

Gargantúa, de pequeño, no comía niños sino adultos.

-Serbia: Interesantes disertaciones sobre el único reloj en hora del mundo, y un suelo de colorines, pero lo que más llamaba la atención a los chinos era el tipo alto y barbudo con el que se hacían fotos.

-Unión Europea: Un oasis en Oriente, un momentáneo regreso a casa.

-Bélgica: Lo mejor del pabellón nos lo muestra esta foto:

Chocolate gratis: ¿hay dos palabras que combinen mejor?

Abandonada Europa, nos metimos en el pabellón de África, para hacer una rápida pasada y meternos en Chile, donde estuvimos un rato largo, de cháchara con los expositores y luego, sin movernos de continente, nos fuimos a Colombia, donde la foto de la cabaña, desde la que yo percibía unos cuántos flases más de los esperados.

Como último pabellón al que entramos estaban los Estados Unidos, un pabellón bastante flojo, pero que podías ver sentado, algo que a esa hora los pies agradecían.

Para finalizar, nos metimos a ver Eslovenia, fundamentalmente por ser de los pocos que quedaban aún abiertos, y a ver pabellones por fuera, como Egipto, o esto que creo que era Libia, y que debería quedar exento de comentarios:

No se me ocurren comentarios no soeces

Pero la verdadera odisea fue volver al hotel, cruzando las huestes de chinos empujantes en el metro, donde uno tenía la impresión de estar en una barcaza de Omaha, con empleados gritando cosas por megafonía y multitudes corriendo desesperadas, donde alguno estuvo haciendo oposiciones a llevarse un buen guantazo (los había muy maleducados) en una moderna guerra donde pisotones y codazos eran el arma más común. Para más inri, en el metro nos confundimos de salida, y aún tuvimos que caminar un trecho largo.

Aun así, la Expo mereció la pena.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Shanghai 1

 Shanghai la nuit

Siguiendo con el relato, el último día en Xi´An fue madurgar e ir al aeropuerto, donde mis ganas de hacer uso del baño del aeropuerto fueron rápidamente abortadas por el estado del mismo, que merecería por sí solo una entrada, y que no voy a describir aquí, ya que eso sería más propio de HP Lovecraft.

  El Jokin de las cavernas

El vuelo, en un avión lleno de chinos, nos dejaba en Shanghai, ciudad que presentaba un brutal contraste con todo lo visto hasta ahora. Orden, limpieza, cielo azul, papeleras... otro mundo. Y tras aparcar en el hotel decidimos dar un garbeo por el centro, y quedarnos pasmados con el skyline y sus enormes rascacielos, que pudimos ver desde un barco que organizaba viajecillos por la bahía. Es preciso comentar aquí cómo fui el centro de atención de los chinos, que me sacaban fotos, se hacían fotos conmigo, y me miraban con interés.

Como preciso es quejarse de los taxis de la ciudad, donde uno directamente no quería llevarnos al hotel, otro nos quería cobrar el triple y otro, el que finalmente nos llevó, no dejó de insultarnos en chino durante el trayecto, amén de darnos una vuelta de cojones por infames callejuelas.

Al día siguiente fuimos a la Expo, a la que dedicaré entrada propia, y el 3º día en Shanghai vimos los jardines, el bazar (con horribles negociaciones y arduos regateos) y una cena en uno de los edificios más altos (y caros) de la ciudad, y por ende del mundo, donde gracias a ser el elemento exótico nos dejaron subir hasta arriba de todo.

Aquí trabaja Superman.

Y el 4º día, de despedida de la ciudad, tocó cargar con las maletas todo el día, ya que el hotel no nos las quiso guardar, y aprovechamos para ver de nuevo los rascacielos, esta vez de día, y con la suerte de que nos dejaran subir a lo alto del Ritz Carlton mientras un amable botones se hacía cargo de nuestro equipaje, y descansar un poco antes de coger el tren para Tianjin.

 Las torres del mal

De Shanghai diré que es una ciudad impresionante y muy recomendable, excepto que odies las multitudes. Bueno, y jodidamente cara a comparación con el resto de China.

martes, 3 de agosto de 2010

Xi´An

Comandando ejércitos de Terracota.

Siguiendo con el viaje, le toca el turno a Xi´An, antifua capital del imperio, y conocida sobre todo por sus guerreros de Terracota.

No sin antes comentar, claro, el horripilante viaje de casi 20 horas en tren desde Tianjin, donde no fui capaz de pegar ojo entre el aire, los olores, el traqueteo y la incomodidad física del espacio, con lo que llegué a Xi´An como llegué.

Afortunadamente, el albergue era bastante acogedor, y con carteles en inglés, Internet... pero lo más importante, una cama cómoda en la que descansar, para hacer acopio de fuerzas para el día siguiente hacer la excursión a los terracotos.

Pero como era pronto, no era cuestión de ir a dormir a las 3 de la tarde, nos dimos un garbeo por la ciudad, y vimos sus pagodas y el barrio musulmán, mezquita incluida, donde pudimos "disfrutar" de su bazar, sus olores, y sus medidas de seguridad con un chorro de fuego que salía de una tubería, a la altura de mi pantorrilla y que casi me deja sin ídem. Y aún me queda el trauma de una callejuela en la que no tengo muy claro si los chiringuitos vendían higado y fruta o moscas.

Hablaré ahora de la excursión a los Terracota, excursión que era organizada por el propio hostal, y a precio razonable, que incluía guía, desplazamiento y entrada. No comida, pero eso en China no es un dispendio del que preocuparse demasiado. Y allí nos fuimos en alegre comandita con otros turistas alemanes, suizos, malayos y argentinos (¡sí, pude hablar en castellano!), disfrutando de las amenas explicaciones de la guía, que pese a su peculiar forma de pronunciar las palabras inglesas (como la mía, supongo) era a veces complicada de entender. Pero oye, más complicado es cuando hablan en Chino.

Los guerreros en cuestión, muy dignos de ver, y se merecían el montón de fotos que hicimos, tanto por las estatuas en sí, como por la belleza de los paisajes.

 ¡Cielo azul!

Después de los guerreros fuimos al templo de los inmortales, o algo similar, una pagoda no muy bien conservada, pero de gran antigüedad y valor histórico, aunque a esas horas el cansancio empezaba a hacer mella.

Para cerrar el día, al centro a cenar algo, y de rebote, un espectáculo de calle, que empezó con bastante mal pie, con retraso y un par de actuaciones horrífonas, pero que fue mejorando hasta alcanzar su culmen con el número de unos saltimbanquis equilibristas difícil de expresar con palabras pero un verdadero deleite para los ojos, tanto como dolor para la espalda solo de pensar en hacer todas esas cabriolas y contorsiones.

Y lo mejor: gratis. Eso sí, era inevitable que reinara el factor panda, puesto que no pocos de los lugareños prestaban más atención que al espectáculo, a cierto occidental grandote y barbudo que pasaba por ahí.

lunes, 2 de agosto de 2010

Señales de Tianjin

Si bebes, no conduzcas.

Como ya conté, mi viaje por China empezó en la no muy conocida Tianjin, ciudad sin excesivos atractivos turísticos, pero donde pude ver cosas que no todos los turistas tienen ocasión, como la universidad, o una cena en un restaurante chino de verdad, con chinos de verdad (y también otro día con chinos y kenianos)

También tenía su encanto poder pasear tranquilamente por un mercadillo sin que los mercachifles me acosaran, ya que al no saber inglés, y dar por hecho que yo no sabía chino (parte de razón ya tenían) ni se molestaban, y a diferencia de Beijing, Shanghai o Xi´An, podía mirar las cosas sin que me hostigaran.

Pero una cosa que me resultó graciosa de Tianjin, y que desde luego no era su atmósfera agobiante y contaminada, eran sus señales de tráfico, tan intuitivas como simpáticas.

Aquí nos anuncian de un concesionario en el que exhiben los coches en baldas.

Cuidado, zona de llamadas telefónicas graciosas

Zona habilitada para lanzarse contra ambulancias.

Prohibido aparcar, o un barrendero ciego se llevará tu coche.

Prohibido fumar con la mano derecha.

Ojo: zona de vehículos irascibles.

Maternidad: mamás camión dan a luz coches.

Carril Playmobil

Carril de coches saltarines

Precaución: gigantes saltando a la vía

Si puedes leer esta señal, probablemente estés despierto y no la necesites.


Zona de coches narcolépticos

En otra ocasión contaré cómo fue mi viaje hacia Xi´An.

domingo, 1 de agosto de 2010

...a casa!

La larga vuelta.

Ya en casa, y con muchas cosas que contar (que no contaré hoy) por fin puedo acceder, lejos de la censura China, a mi blog (y a Facebook, y a Youtube, y a Hotmail...) y me limitaré a contar simplemente el periplo de regreso desde Beijing hasta casa.

Comenzando la narración con un "taxista" fraudulento y otro de verdad pero que nos quería timar dejándonos en el aeropuerto, donde el exceso de equipaje nos obliga a hacer un tetris de optimizar recursos y que finalmente nos permite colar casi todo el equipaje en el avión. Tras haber estado un rato largo esperando (facturábamos a las 23:30, llegamos al aeropuerto más de hora y media antes), que se suma al tiempo de espera hasta embarcar, donde un empleado del aeropuerto pesa mi equipaje de mano y pasa por los pelos (gracias a que fue el mío el que pesó)

A eso de las 2:30, hora china, embarcamos hacia Moscú, donde tenemos la suerte de coger asientos junto a salida de emergencia y pasar las 8 horas de viaje de forma relativamente cómoda, y con largos periodos de sueño.

Llegados a Moscú, pese a lo ignoto del idioma y lo extraño de sus caracteres, me siento como en casa al ver tanto occidental y no sentirme centro de atención, y poder hacer cosas como hablar en inglés y pagar en euros. Eso hace que me importe menos que el avión salga con un pequeño retraso. 4 horitas de vuelo en unas localidades bastante más incómodas, con rifirrafe incluído con el pasajero de delante, que insistía en tumbar su asiento, contra la contraposición de mis rodillas y llegamos a tierra conocida, el aeropuerto del Prat en Barcelona.

Desde ahí, 5 horitas en coche hasta Pamplona, donde finalmente cojo el autobús, en un viaje horrorosamente incómodo, en el que siento ganas de asesinar a la rubia que se sienta detrás y que evidencia, primero contandole su vida a gritos a un teléfono móvil y después poniendo la música a todo volumen, que se cree que viaja sola.

Y ya por fin el dulce regreso a casa.

Las partes anecdóticas del viaje a China, que obviamente no han sido pocas, en ulteriores entradas. Hoy simplemente quería decir que ya he llegado.

miércoles, 28 de julio de 2010

A Beijing‏


Escribo desde Tianjin, donde estaré hasta mañana, que me voy a la capital de la República Popular China, donde ya estuve ayer pasando el día (estamos a media hora en tren) y procedo a hacer un breve y desestructurado resumen de los hechos.

De Shanghai un tren rápido y maravillosamente cómodo nos trajo a Tianjin por la noche, donde llegué dolorido y magullado (por la cosa de haber estado el día anterior con los bultos a cuestas) y donde pude descansar algo, para tener un día de relativo relax, y disfrutar de una cena con chinos autóctonos, aunque debido a problemas estomacales que por el bien de los lectores no pienso relatar con detalle no pude disfrutar mucho, y solo diré que añoro de España los retretes de taza.

Ayer, como he anticipado, un viajecito a la capital, donde vimos el Templo del Cielo y el Palacio de Verano, bajo un calor sofocante, que me hizo sudar como un polluelo, pero que seguro que me vino bien para perder algún kilo, ya que además, los días de calor en los que ando mucho, son los que menos hambre tengo, y en los que menos como.

Hoy el plan es Tianjin, para un poquito de relax y mañana a Beijing, donde estaré un par de días, contando con la visita a la Gran Muralla (que todavía no he visto) y ya el 31 a la noche, un vuelo para Barcelona, vía Moscú.

Y de paso, aprovecho para escribir un poco, que las partidas de rol en vivo no se escriben solas.