La cena, indudablemente mejor que el partido.
Ayer hubo partido de baloncesto, lo cual ya en sí es algo muy positivo, ya que hace dos semanas sí tenía pinta de que se podía ir todo al carajo, cosa que de momento no ha sucedido. Se jugó y se ganó, pero más por demérito del Valladolid, que los pobres son muy malos, que por méritos del Bilbao Basket (bien es cierto que las ausencias no ayudan, y que Raül salía de la lesión) pero aunque el resultado final sí fue holgado (93-77), el partido fue mucho más sufrido de lo que debería. Y bastante aburrido.
Más divertida fue la cena posterior al partido, y el copichueleo de después, aunque emborronado por dos cosas: una, el llenazo debido al exceso de cena y dos, los gilipollas que fuman en los bares, con el consentimiento de los camareros, lo que me hierve bastante los huevos. Pero bueno, más importante la siempre grata compañía de los cosufridores del basket.
Y hoy domingo, pues llevar un par de cosas al piso y por la tarde, aunque sobre esto ya me extenderé algo más, que hoy estoy vago, otro club del libro, pero esta vez menos numeroso.
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