Reloj, no marques las horas...
Hoy toca una de publicar contenido vilmente robado, y es que este texto que publicaré a continuación está adaptado de un genial hilo en Twitter de Nacho Vigalondo, cuyo original se puede ver aquí.
Me acabo de dar cuenta de que la letra de “Y nos dieron las diez”, de Joaquín Sabina, contiene un problema logístico.
“Fue en un pueblo con mar”, “el último bar que vimos abierto”. El retrato conciso y transparente de un negocio familiar en una localidad con pocos habitantes. “Los clientes del bar, uno a uno, se fueron marchando”, “Tú saliste a cerrar”. No es un bar que se cierre de forma firme, con horario estricto; es un lento fade-out muy reconocible en bares y tascas de vieja escuela.
La letra de la canción especifica que, una vez cerrado el bar, el protagonista y la camarera están flirteando un rato allí mismo. Vamos a imaginar que el bar ha cerrado a las doce, una hora realista para un negocio pequeño que cuenta con una clientela no muy diversa y numerosa, pero muy fidelizada. Entre el flirteo in situ y el tiempo implícito necesario para limpiar el bar, ordenarlo y hacer la caja del día pasa, pongamos, una hora.
Ya son la una de la madrugada. “Caminito al hostal me besaste en cada farola”, vamos a dar por hecho que el hostal no está a la vuelta de la esquina, porque el verso sugiere una caminata alumbrada por varios postes de luz. Vamos a darles quince-veinte minutos. El estribillo de esta canción “Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres” siempre se ha interpretado como la especificación del tiempo que dura una noche de sexo. Pero la lógica que detalla la letra sugiere que, si acabaron a las tres, la pareja sólo estuvo follando algo más de hora y media, ¡que no está mal! Pero que palidece ante la bravuconada que siempre nos ha sugerido el estribillo.
O eso, o la tia curraba en un STARBUCKS.
Había quien razonadamente decía que tal vez se hubieran ido al hotel a dormir la mona, y que se podrían haber puesto a darle al tema a las 10 de la mañana, hasta que empezara el telediario, pero eso me temo que es un enigma que solo el Sabina, quien jura y perjura que no lo soñó, tal como consta en el informe de los agentes de la Policía Municipal que procedieron a su arresto cuando la emprendió a pedradas contra una sucursal bancaria.
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