Quinta visita del Joventut a la Casilla y 5ª victoria para los de Badalona. Nuevamente espectáculo del trío de payasos arbitrales (que nuevamente resultó tan irrelevante para el marcador como insultante para los espectadores) en un partido raro de narices, el más raro de cuantos he visto en 5 años de ACB.
Pocas veces un equipo pasa de ir perdiendo por 30 puntos en el minuto 18 a estar a punto de remontar el partido y perder solo por 4 en el último cuarto. Ayer era posible eso y mucho más.
El Joventut no hizo un gran partido. Ganó, metió 116 puntos, pero insisto en que no jugaron bien. Dependieron en exceso de la lotería de los triples y los tiros lejanos en general, con la suerte de que, tocados por las hadas, les entraba absolutamente todo (bien es cierto que lo normal es que les entren) pero en muchos momentos del partido jugaban sin criterio, toma la bola y tira. Y eso, en mi opinión, no es buen baloncesto. A veces, como ayer, funciona, pero no suele.
Además, el marcador era totalmente irreal, uno miraba la cancha, miraba el marcador, y le daba la sensación de estar viendo partidos diferentes. Iban ganando por 30 puntos, y no daban esa sensación de solvencia que se le supone a un equipo que gana con tanta claridad. Es la sensación que me dejó, de ser el Joventut más flojo de los 5 que han pasado por aquí.
Tal era el partido, que pese a llegar al descanso 23 abajo (tras haber recortado 7 en un par de minutos) existía la esperanza de que era ganable, y casi se consigue, pues el 3º cuarto fue un monólogo de los bilbaínos, que levantaron 18 puntos del ala, cargando al oponente de faltas personales, y dejando el partido muy abierto.
Pero nadar para morir en la orilla. La victoria estuvo ahí, pero en los momentos finales el Joventut sacó de nuevo el rifle de francotirador y hasta su pívot Hernández-Sonseca se unió al festival triplista.
Al final, con el partido roto, 100-116, en una clara demostración de que marcador abultado y partido abierto a veces pueden compartir habitación.
Y en fin, mención especial para los árbitros, que envidiosos del espectáculo con el que los jugadores deleitaban al público, montaron el suyo propio, pitando cosas de ciencia-ficción, aplicando la siempre odiosa compensación, y demostrando lo fácil que es pitar descaradamente a favor de un equipo cuando va 20 puntos abajo (no negaré que elos también participaron en la remontada). Y bueno, si el señor Quincy Lewis les debe dinero, que se lo devuelva, porque si no no se explica que le piten las faltas que le pitan.
Al fondo, un Jokin protestando.
2 comentarios:
¿Os habeis fijado en la cara de susto que tiene la señora que está sentada al lado del Jokin Protestón? XD
No está sentada al lado mío, es un efecto visual. A ese lado tengo a mi padre, que al estar sentado no se ve. La señora está una fila más atrás.
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