Habiendo hecho ayer el examen, y antes de volver a introducirme en la burbuja del autismo opositor, me merecía un poco de descanso, y de retomar una vida normal, por lo que para romper un poco con la rutina de los últimos fines de semana, éste he hecho cosas.
Ayer, tras el ya citado examen, una pachanga de baloncesto en el parque, con la gente de la Piña, pachanga que fue demoledora físicamente, pero que me hacía falta, ya que lo pasamos como enanos. A la noche, un poco de fiesta, primero en casa, y luego a unos sitios llamados bares. Ya ni recordaba lo que era salir de noche. Aunque tampoco estuve mucho, solo hasta las 5, ya que hoy me tocaba madrugar.
Ayer, tras el ya citado examen, una pachanga de baloncesto en el parque, con la gente de la Piña, pachanga que fue demoledora físicamente, pero que me hacía falta, ya que lo pasamos como enanos. A la noche, un poco de fiesta, primero en casa, y luego a unos sitios llamados bares. Ya ni recordaba lo que era salir de noche. Aunque tampoco estuve mucho, solo hasta las 5, ya que hoy me tocaba madrugar.
Las razones de madrugar hoy, como puede intuirse, es que había partido de baloncesto, y el autobús para San Sebastián salía a las 10 de la mañana (y suerte que cogía el autobús al lado de mi casa) Luego, todo el ritual del poteo previo, el partido (derrota humillante) y sidrería entre aficionados, de los cuales más de uno se ha excedido con la sidra. Más información sobre el evento aquí. Y luego, llegar a casa a eso de las 7 y poder hacer algo que llevaba tiempo sin hacer: NADA.
Mañana toca volver a la rutina opositora, pero un ligero soplo de libertad se agradece.
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