César e hijo.
La secuela del reboot de la precuela, o mejor dicho, la secuela de El origen del planeta de los simios. Nos siguen contando cómo los monos se hicieron con el control del planeta tras rebelarse contra los humanos. Aquí la acción transcurre 10 años después de la primera película, cuando un virus ha diezmado a la población humana y los supervivientes viven refugiados en las ruinas de la ciudad, en una tregua más o menos estable con los simios, que ya se han ido más o menos civilizando.
Esa paz dura hasta que los humanos entran en territorio simio, con escenas que recuerdan muchísimo a la película "Congo" y algo hace que se acabe liando y se vaya la tregua a paseo, estallando una feroz guerra, que se recrudece cuando los monos se hacen con el control de las armas (y volvemos a lo de la primera película, que son tan listos que aprenden a usar de un vistazo herramientas que nunca antes habían visto).
No importa lo seria que sea la película ni lo ben hecha que esté. No hay manera de hacer que un mono montando a caballo con dos ametralladoras no dé la risa.
Las escenas de batalla, dentro de lo ridículos que resultan algunos momentos (una batalla de monos montados a caballo, es lo que hay), son bastante entretenidas y las peleas entre simios resultan bastante espectaculares, y es lo que se le pide a esto, ¿no? Y desde luego espectacularidad no le falta, sobre todo, como en la primera, en la parte visual de los monos, que consigue que parezcan monos de verdad, logrando además que no parezcan todos iguales, sino que cada uno de los monos principales resulta único y fácilmente distinguible. Si lo que querían era que pareciera que en lugar de CGI habían usado monos actores de verdad, lo han logrado.
Como curiosidad, es inevitable acordarse en muchos momentos de ese capítulo de Los Simpson en el que los delfines se rebelan contra la humanidad, pues a ratos casi parece que hayan llevado ese capítulo a la gran pantalla.
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