¿Si me dejo la acreditación puesta, sigo en jornadas?
Menos cansado que otras veces (cosa de no haber hecho gaupasa ayer) vuelvo del Ceulaj a casa tras unas Rolea. Aunque a diferencia de otros años vuelvo el mismo día. Ahora, como suelo hacer, hoy me centraré en la ida y la venida, dejando las jornadas en sí para otras entradas, o de lo contrario esto me quedaría kilométrico.
Esta historia empieza el miércoles, con la mochila preparada, el atrezzo dispuesto y las cosas de imprimir impresas, subiendo al coche del amigo Víctor, al que he liado para que se apunte a las jornadas (aunque en mi defensa diré que tampoco opuso demasiada resistencia). Viajamos en alegre compañía hasta Getafe, donde decidimos hacer noche para no hacerlo todo del tirón.
Jueves por la mañana, otra vez al coche y rumbo a Mollina, donde llegamos a eso de las 14, una hora perfecta para comer, en compañía de otros asistentes al evento.
Elipsis y nos vamos al lunes por la mañana, que se hace increiblemente llevadero al haber dormido, por primera vez en mucho tiempo, casi 8 horas seguidas. Desayunamos, recogemos y carretera. Aunque ahora somos tres, pues la señorita Ainize, nuestra compañera de habitación, no fue con nosotros pero sí volvió.
Varias horas de viaje, una parada para comer en Madrid y por fin en casa, con la satisfacción de unas jornadas a las que tenía muchísimas ganas, pues son las hermanas pequeñas de mis amadas TdN y a día de hoy me costaría horrores si tuviera que decidir entre unas y otras. El Ceulaj es mi oasis y este tipo de eventos una maravillosa forma de desconectar del mundo.
¡Que duren muchos años!
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