Termina la saga, continúa la leyenda.
Esta nueva trilogía de Star Wars, que se cierra con El ascenso de Skywalker me ha permitido volver a tener 10 años. Sólo por eso, ya me ha merecido la pena.
La película que da el cierre a todo, para mi gusto tal vez la mejor de las tres, es una película que he disfrutado mucho, porque he sabido verla con ojos de niño, ese Jokin de 10 años con capacidad de fascinarse con las pequeñas cosas, con el cine de aventuras y las espectaculares batallas de naves espciales. He sonreído con los momentos simpáticos y arrugado el morro, aguantando la lagrimilla, con los momentos emotivos. He disfrutado, porque me ha dado lo que quería: continuar con la saga, y de forma maravillosa.
Cierra muy bien el círculo, y mientras El despertar de la fuerza presentaba los personajes y Los últimos jedi rompía con mucho de lo anterior, El ascenso de Skywalker ensambla las piezas a la perfeción, haciendo que todo cobre sentido.
¿Que tiene cosas cinematográficamente mejorables? ¡Pues claro! ¿Pero es que acaso no las tenían las películas clásicas? Esto es Star Wars, y lo que tiene que tener es magia, esa magia que nos hace quedarnos embelesados, pegados al sofá y pegando pequeños botes.
Ver una película que es una partida de rol, volver a ver a Lando Calrissian, la música de John Williams, las escenas de acción... ¿es que alguien quiere otra cosa cuando va a ver La guerra de las galaxias?
Yo no. Yo quiero eso, y por eso salgo encantado.
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