Rod y Tod cuando recibieron la noticia.
Escribo desde Bilbao, aunque si las cosas se hubieran desarrollado de otra manera estaría ya en Mollina, pues mañana habría sido el primer día de las TdN de 2020. Las jornadas Tierra de Nadie, que no en vano tienen su propia etiqueta en este blog, son mi oasis, mi desconexión del mundo real y mi imprescindible píldora de felicidad, que este año no voy a poder tomar, pues son otro evento que sucumbió a la oleada de cancelaciones provocadas por este puñetero virus que se ha propuesto hacernos la vida imposible. Y por primera vez en 16 veranos, que se dice fácil, este agosto no bajaré a Mollina. No podré bañarme en esa piscina, no podré jugar a rol en esas salas, no podré emborracharme en el bar del pueblo y, lo que es peor, hay muchos amigos a los que no voy a poder ver y abrazar.
El CEULAJ, el sitio en el que se celebra el evento, tiene un pedazo de mi corazón guardado. Espero poder pasar a recogerlo el año que viene, cuando se celebren las TdN 2021.
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