Aunque el cartel hiede a cutrez que echa para atrás, la presencia del que se está convirtiendo en uno de mis actores españoles favoritos, Raúl Arévalo, me animó a ver esta comedia.
El argumento, que bien podría ser una secuela bastarda de "El sexto sentido", tiene como premisa precisamente esa, la de alguien capaz de ver a los muertos y hablar con ellos. En este caso es Modesto, un apocado profesor de secundaria, que en su peregrinar va a caer a un colegio en el que hace varios años unos alumnos fallecieron en trágicas circunstancias. Y allí tendrá que intentar que los fantasmas de esos alumnos aprueben el curso, mientras la amenaza del cierre se cierne sobre el colegio.
Esta no va a ser una película que revolucione el mundo del cine, pero tiene lo que se le puede pedir a una comedia, pues es divertida y en muchos momentos entrañable, con su grado de emotividad (a veces un poco en exceso pastelosa, con la historia de la gotiquilla) y un ritmo fresco y ligero. No es, desde luego, una trama compleja ni imprevisible, pero es eficaz, y aunque no es una descacharrante sucesión de sketches, consigue hacer reir, tanto con brochazos gordos de humor algo zafio, como con alguna perla elegante y con mala baba.
Los personajes son bastante arquetípicos (la empollona, el colgado, el malote de buen corazón...), pero consiguen caer bien, y al final, se les coge cariño y todo.
Nota de fin de curso: aprobado alto.
El argumento, que bien podría ser una secuela bastarda de "El sexto sentido", tiene como premisa precisamente esa, la de alguien capaz de ver a los muertos y hablar con ellos. En este caso es Modesto, un apocado profesor de secundaria, que en su peregrinar va a caer a un colegio en el que hace varios años unos alumnos fallecieron en trágicas circunstancias. Y allí tendrá que intentar que los fantasmas de esos alumnos aprueben el curso, mientras la amenaza del cierre se cierne sobre el colegio.
Esta no va a ser una película que revolucione el mundo del cine, pero tiene lo que se le puede pedir a una comedia, pues es divertida y en muchos momentos entrañable, con su grado de emotividad (a veces un poco en exceso pastelosa, con la historia de la gotiquilla) y un ritmo fresco y ligero. No es, desde luego, una trama compleja ni imprevisible, pero es eficaz, y aunque no es una descacharrante sucesión de sketches, consigue hacer reir, tanto con brochazos gordos de humor algo zafio, como con alguna perla elegante y con mala baba.
Los personajes son bastante arquetípicos (la empollona, el colgado, el malote de buen corazón...), pero consiguen caer bien, y al final, se les coge cariño y todo.
Nota de fin de curso: aprobado alto.
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