Torrente a la escocesa.
Bruce Robertson es el paradigma del antipolicía: corrupto, inmoral, mentiroso, ambicioso y amante de las drogas y el sexo más depravado (y por si faltaran paralelismos, fan de un equipo rojiblanco de fútbol). Deberá lidiar con la investigación de un homicidio, que ve como un mero trampolín para el ascenso, ya que se la pela todo.
La definición recuerda a la franquicia de Santiago Segura, pero no vaya nadie a pensar que el parecido pasa de ahí. Tiene el toque reconocible de Traisnpotting, de sordidez escocesa, y un protagonista que es muy inteligente y un hábil manipulador, pero con un severo trastorno de personalidad y un terrible drama interior, que también mueve la película.
El resultado es, salvando las partes surrealistas, muy divertida, con aires de Chuck Palahniuk y frases gloriosas, como "Cuando era niño, la brutalidad policial que presencié me hizo querer ser policía. ¿para acabar con ella? No, para unirme a ella!" o "En esta oficina no solo tenemos el problema de tener que lidiar con un nazi homófobo e intolerante, sino que además tenemos que lidiar con un maricón de mierda" (sí, una frase muy Austin Powers).
Drogas, tetas y palabrotas, con un personaje sombrío y desgarrado, tan carismático como tóxico, dan una película bastante divertida.
Ah, y los mejores títulos de crédito que he visto en mucho tiempo.
Drogas, tetas y palabrotas, con un personaje sombrío y desgarrado, tan carismático como tóxico, dan una película bastante divertida.
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