El parque de Eskurtze, escenario de la feria medieval.
Empiezan los días largos, el sol asoma tímidamente la cabeza y vuelven los planes de exterior.
No así el viernes, que consistió en un poco de juegos en la lonja y luego cine, la del Hotel Marigold, pero sí el sábado, día de mucho andar. Por la mañana un paseo por Irala, donde era la feria medieval, mucho más grande de lo esperado, y con muchos puestos de comida rica. Pero lo mejor, un puesto de abalorios donde mi señora novia consigue demostrar su tremenda capacidad de aguantar la risa ante las magufadas de un feriante que le quería vender las excelencias y propiedades mágicas de la piedra, diciéndole que si son seres vivos, que si tienen su ciclo, que si tal... aderezado por el correspondiente ritual de preparación al vender una pulsera.
Después de patear y repatear Irala, la ruta lleva por Miribilla hasta casi Deusto, haciendo una parada en Joker, donde ayer se celebraba el Tabletop Day (es decir, el día de los juegos de mesa). Paramos, saludamos y marchamos. Luego seguimos nuestra ruta y quedamos con unos amigos para comer unas ricas pero caras patatas en el Casco Viejo y acabamos cogiendo el coche para ir al cine, a ver la soberbia Kingsman.
Hoy por la mañána toca otra de coche (que era prestado), no para ir a ningún sitio, sino para devolverlo a su dueña, que vive en Santutxu y por la tarde me quedo en casa poniéndome al día con capítulos de series, terminando de ver Banshee y empezando la nueva temporada de Juego de Tronos. Luego, por desgracia, me pongo a ver el baloncesto y contemplo con horror cómo el Bilbao Basket es capaz de acabar perdiendo un partido que a falta de 4 minutos ganaba por 11 puntos.
Para pasar el berrinche, me doy un garbeo hasta la lonja, saludo a la concurrencia y vuelvo para casa. Y eso ha sido un poco todo.
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